Querido pastel

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Mi cuerpo respondió desde que abri mis ojos. A mi lado estaba Cassius con un trapo poniéndolo en mi frente. Me sentía mejor. Trague saliva y vi mis brazos. Tenía algo dorado en ellas. Mi muñeca tenía hojas con ramas doradas. Tenía que admitir que se veian hermosos, pero me sentía rara.

Me sentía mejor.

-¿Estas bien?- Cassius se acercaba a mi rostro.

-Si...- dije suave.

-Me alegro- acaricia mi mejilla-. No sabes como me alegro, me diste un buen susto.

-Lo siento, pero tenía que aportar- dije acariciando su mano en mi mejilla.

Él me observó la mano y sonríe.

-Ya recolete todas las semillas, no se que hacer con ellas, me tienes que decir- dijo sutil.

Me levanté de la cama y caminé hasta donde estaban mis zapatos y me los puse.

-Vamos, estoy bien- dije caminando esta él.

-¿Segura que estás bien?- preguntó.

-¡Segura!- contesté - Llevame al pueblo. Iremos a repartir esas semillas.

Él asintió.

Y así fue. Fuimos al reino a repartir cinco semillas por familia. Las pondrían en sus alimentos y al poco de unos minutos habría más que suficientes, con una semilla bastaba. La gente se sorprendió con el poder de las semillas en sus alimentos.

Parecía que Cassius no podía creer aún que ese poder podía florecer en mi. Me hacía feliz poder ayudar a personas más necesitadas.



-¿Sabes de que tengo ganas?- me dirigí a Cassius quien estaba recostado en la cama.

-¿De qué?- preguntó mirandome.

-¡De hacer pastel a la servidumbre!, ellos se lo merecen Cass...- dije como niña pequeña.

-¡Ve y hazlo!- acepta.

-¡Nooo!, >>hacer<< es para hacerlo juntos- le dije acercándome- ¿si?

-¡Bien!- dice y salto como niña pequeña.

♧♧♧

Estábamos preparando la harina y los ingredientes para hacer el pastel. Cassius buscaba la azúcar y la leche, mientras yo buscaba los huevos.

Pusimos los ingredientes en un cazón y los batí con una cuchara grande. Todavía no había puesto unas semillas que sobraron para nosotros. Haríamos que los pasteles se multiplicarán en más. Toda la servidumbre tenía familia y hijos, ellos también tenían muchas nesesidades igualmente como el reino.

Había que admitir que me sentí rara con Cassius todo el día, toda hora, todo minuto. Mientras recoriamos el reino, no se había separado de mi y eso me puso extraña.

-Pasame los moldes de pasteles, ahí a tu lado, Cass- le pido.

Él me los pasa y puedo sentir su mirada en mi.

Puse la mezcla en la harina y plante las semillas en la masa. Me fui a el fregadero y me limpié las manos.

-Elian...- dijo Cassius.

Pero no me dió tiempo de ver lo que quier decirme. Sus manos se posaron en mi cintura a espaldas de mi. Una corriente pasó en mi cuerpo y me provocó muchas cosas.

Volteé a verlo y sus manos siguieron en mi cintura. Pero esta vez, tenía el rostro cerca del mío. Muy cerca. Su respiración se mezclo con la mía y podía escuchar mi corazón acelerado.

El rey sombra {#1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora