Un sueño extraño

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Tengo cosquillas en las manos, las hojas de los arbustos me provocan una pequeña sensación de alegría que me hace reír torpemente.

Tenía muchas ganas de sentir el mundo de nuevo.

Espera ese sentimiento no es mío, a mí ni siquiera me importan estas cosas tan cursis.

No recuerdo como es que llegue aquí.

Me aleje unos pasos, hay un camino de rocas que parece nuevo y de colores opacos.

Es un edificio alto blanco.

—¿Qué mierda hago aquí?— dije pero no suena como mi voz.

Choque con alguien al caminar de espaldas —¡Lo siento!.

Me asuste porque siempre choco con alguno de los trabajadores o de los enfermos y casi siempre se enojan conmigo.

Me quedé sin palabras al ver al chico pelinegro. Casi pude sentir como si la respiración se me saliera del pecho por un segundo.

Si el amor a primera vista existe, supongo que este sería un buen ejemplo.

Pero para mí no: no es la primera vez que veo a Shuichi y tampoco estoy enamorado de él. Simplemente me gusta un poco.

—Está bien...¿Conoces este hospital?.

—¿Qué? ¿El hospital? Ah, claro, sí, yo trabajo...¡digo! Mi mamá es jefa aquí...¿Necesitas algo?.

Estoy riendo internamente ¡Yo jamás me trabaria así al hablar!.
Debo estar soñando, que sueño tan perturbador.

Saihara frunció el ceño confundido.

—Déjalo, preguntaré adentro— paso de largo y subió las escaleras para entrar al hospital.

Y yo, solo le vi alejarse, sintiéndome desalentado de haber sido tan imbécil.

Agache la cabeza viendo mis zapatos sucios de la tierra y lodo en el que estuve caminando, supongo que me veo patético.

Sentí que tocaron mi hombro y alze la mirada. De nuevo está el pelinegro frente a mí.

—Ten, parece que llevas trabajando un largo rato.

Me dio una barra de chocolate. En realidad, recibir un regalo de este chico se siente cálido, es inesperado y severamente dulce. Incluso para mí, un don Juan que le da igual el amor, debo reconocer que son detalles que te alegran el día.

Pero es un sueño, jamás va a pasar algo como eso y tampoco caigo por una barra de dulce que debió costar menos que la droga que consumo cada día.

Simplemente me da igual.

Bueno, me daría igual si fuera la vida real, pero estoy soñando. Creo que puedo disfrutar un poco mi fantasía.

Sonreí hasta la orejas —No debiste, muchas gracias.

—Sí, ya no te distraigas.

Sonrió antes de despedirse y yo al instante imite su despedida.

Vaya, no había visto a Shuichi sonreír así de honesto desde que entramos en la pintura. Y me gusta saber que a quien le sonríe es a mí.

Desperté por el sonido de los platos en la cocina, ni hermana debe de estar preparando algo antes de irse o simplemente molestando.

—¡Kichi, te buscan!— ugh ese apodo no me gusta, debe ser alguien importante.

Me queje y después baje, tan aturdido de las luces que tengo los ojos apenas abiertos y me es imposible caminar derecho.

—¿Qué?— le dije cuando la vi, y ella con los ojos señaló hacia su derecha.

La Muerte De Un Dios [Saiouma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora