12

30 4 3
                                    

💙

Unas esposas de ramas con espinas se formaron en mis muñecas y el sujeto frente a mí comenzó a reír.

—¿Acaso olvidaste que hiciste un pacto conmigo? Tu alma es mía anubis.

Chasqueo los dedos y un fuerte peso me hizo ceder, el suelo bajo mis rodillas casi se rompe.

—Si yo quiero puede hervirte la sangre o torturarte con cada maldición que existe.

Con una sonrisa bizarra y el brillante de sus ojos comenzó a reírse.

—No eres nada más que un perro.

Me da rabia la mirada con vanagloria en sus ojos.

Me levante para abalanzarse sobre él pero las ramas se apretaron tanto que disloco mis muñecas con una facilidad impresionante.

Mierda. La ira no me deja pensar.

—¿No querías hacerme sufrir? Vamos, demuestra que eres más que un perro, diviérteme anubis.

Mis manos me tiemblan porque no las siento.

Cerré los ojos, si no soy capaz de relajarme no podré hacer nada.

"Saihara" la voz de Celes me ayuda por todo lo que me enseñó.

Recuerdo que no llevaba mucho tiempo cuando resucite...

***

Intente suicidarme en cada oportunidad cuando desperté, en ese momento también lo había intentado. La lejía estaba derramándose y me quemaba el estómago, de verdad creí que en ese momento moriría.

Ella me encontró al cabo de unas horas.

—¿De nuevo?— escuche entre el dolor de mi cabeza la voz de Celestia y sus tacones pegando contra el suelo en cada paso que da —De verdad que amar se volvió para tí una maldición, Saihara.

—¿Tú qué sabes?

Desperté después de siglos, recordando como me asesino la persona en quien confíe. Y después de todo, seguía sin poder hacer nada por Naegi, a quien jamás encontré.

Y tampoco Ludemberg...y si ella como bruja no pudo, entonces estaba muerto.

El escozor subió por mi garganta y vomité sangre, tierra, y la lejía con el aroma característico del detergente. Me sostuve el estómago porque el dolor es insoportable. No entiendo porque sigo con vida.

—No debiste resucitarme.

Poso la mano en mi cabeza, esta mujer no conoce mucho sobre la compasión así que es pena lo que sentirá por mí.

—Sí sigues negándolo solo te hundiras más...el ruido que haces al gritar no te deja pensar y la corriente solo te llevará más fácilmente, así que escúchame — me jalo del cabello para que la mirara —deja de lamentarte y acepta tu pasado, acepta lo que eres y busca lo que puedes hacer ahora.

Me dijo con rabia y me soltó.

—Sí sigues con vida no es por que yo lo haya querido; me da igual si mueres o matas a alguien...a veces algo te mantiene con vida porque debes cumplir tu propósito— sonrió —Estoy segura de que por lo menos quieres venganza.

¿Un nuevo objetivo?

Dejo balanceando algo en frente mío, un collar.

—Piensa bien que decides hacer con tu vida. Aunque si sigues llorando, manchando mis cuchillos y acabando con mis venenos, te usare de conejillo de indias por el resto de tu vida.

La Muerte De Un Dios [Saiouma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora