55 | ¿Qué pasaría si...?

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Ariana.

Terminé de poner mis aretes delicadamente mientras me miraba en el gran espejo de forma ovalada en mi tocador. Suspiré con cansancio y dejé caer un poco mis hombros, dejando atrás la postura perfecta que siempre cargaba.

Estaba cansada, agostada, con un dilema que jamás había tenido pero creía era necesario en estos momentos.

¿Los demás o yo?

Siempre había sido una pregunta fácil: los demás eran prioridad. La manada, mis padres, los demás alfas, Alexander, Mallory, cualquier persona en realidad, siempre estaban primero, y no me quejaba pues era lo que creía correcto.

Pero en estos momentos mi yo interior me decía que no podía hacerlo, no podía complacerlos, y de hecho tampoco era por mí, no se me hacia correcto por el futuro bebé.

Mis padres, la manada y Alexander necesitaban un heredero, uno que solo podría ser dado por mí aunque ni siquiera fuera el hijo de mi legitimo esposo. No dudaba de las intenciones de Alex, era un buen hombre y no lo forzaría a nada, pero, ¿mis padres? Solo veían un propósito que cumplir, un puesto que heredar y un legado que seguir, claro descartándome por completo de él.

En el dado caso de que quisiera acceder por mis padres, aun así, ¿y si era niña? Seria desechada a un lado, tratada como nada, una deshorna, justo como yo, y la presión no acabaría ni para mí ni para ella.

Y aunque no lo fuera, ¿sería justo de mi parte traer a un bebe a este mundo por la presión? Nunca renegaría de mi sangre, pero quizá no sea el momento, en medio de una guerra, con padres inestables y relaciones inapropiadas, mucho fuera de lugar que no necesitaba más complicaciones.

¿Me hacía egoísta? Eran los deseos de cinco personas comparado contra miles de mi manada.

Los delicados brazos de Fynn me rodearon, agachándose para poner su rostro en la curva de mi cuello.

―¿En qué piensas? ―me susurró tiernamente.

―Muchas cosas.

―¿No quieres compartir un poco?

Sonreí levemente, pues era muy atento.

Aunque Fynn y yo nos llevábamos bien, al final también éramos una especie de acuerdo, una actuación. Un show con nosotros, otro con los demás afuera. Fingiendo ser nada y después siendo todo.

Lo quería, mucho, pero nunca estaríamos completos.

―Se te hace tarde ―le recordé.

Atrapó mis ojos a través del espejo, notando un poco de mi distancia.

―De acuerdo, pero aquí estoy, recuérdalo, siempre me encontrarás al otro lado de la cama. ―me dio un beso de despedida en mi hombro y desapareció por el closet. Dejé salir otro suspiro.

A veces nosotros también creíamos que era real, pero al salir por la puerta nos topábamos con la realidad.

Mallory.

Al caminar por el corredor que llevaba al comedor me encontré con Kerstin, quien llevaba una gran bandeja llena de bocadillos.

―¿Quieres hacerlo engordar? ―pregunté divertida por la cantidad ridícula de dulces.

―Dicen que se conquista a un hombre por su estomago ―siguió el juego con una sonrisa―. El señor "tengo muchos antojos" lo pidió, es peor que una mujer embarazada.

Comenzamos a caminar en dirección al cuarto de Damien, decidí acompañarla y visitar de una vez a mi gemelo.

―¿Cómo vas con tu trabajo de enfermera sexy?

Maldición FraternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora