18 | Infidelidad.

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—No podemos confirmar nada —dije tratando de tranquilizarla—

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—No podemos confirmar nada —dije tratando de tranquilizarla—. Ahora, necesito saber si tu sientes lo mismo que yo.

Vi duda en sus ojos, necesitaba que me dijera que era lo que pasaba, que me dijera que solo era yo, que md estaba volviendo loco y eso realmente no estaba pasando.

—Lo hago —susurró y lentamente levantó sus ojos empañados—. Tengo miedo.

Yo también lo sentía, mucho, sabemos que esto no era normal.

—Yo igual, pero tenemos que saber que esta pasando, hay que ir al palacio.

La tome de los hombros con mis brazos para hacerla entender que había que resolver eso. Ese contacto nos desestabilizó a los dos, era muy fuerte la sensación, todo lo que me habían dicho y más. Algo como esto no podría ser falso. Me di cuenta que solo traía una toalla rodeando su cuerpo y la miré confundido. Ella notó lo que estaba mirando y se sonrojo un poco.

—No me dio tiempo de cambiarme —explico lentamente.

Asentí entendiendo, yo no traía tampoco así mucha ropa.

—¿Quieres mi camisa? —pregunté —. Es más segura que la toalla

Ella lo pensó un momento y finalmente asintió. Me la quité quedando con la interior y se la pasé para girarme y que ella se pudiera cambiar.

Hubiera estado mejor ver —se quejó malhumorado mi lobo.

¡Es nuestra hermana! —respondí enojado por su comentario.

Tuya, no mía, para mi solo es mi mate y luna, también es la tuya aunque sea tu hermana —respondió enojado.

¿Tienes alguna idea de cómo pudo pasar? —pregunte contrariado.

No, y no me importa, ella es nuestra y no la dejaremos ir, ¿escuchaste?

Me quedé pensando un segundo en que diablos haría. Ella me tomó del brazo cuando se terminó de cambiar, mi camisa le quedaba como vestido.

—¿Quieres ir a decirle a todos? —preguntó contrariada.

—Tenemos que buscar... "ayuda" —le expliqué.

—¿Qué crees que piensen se nosotros? —preguntó con miedo.

—Son nuestra familia, además no elegimos esto, no tenemos la culpa de nada —dije queriendo que se diera cuenta.

—Tienes razón —dijo asintiendo—, sólo le diremos a ellos, ¿no?

Asentí y la tomé de la mano tiernamente para llevarla al palacio. Con ese contacto podía sentir mi corazón alborotado.

¡No! ¡No sé supone que me tengo que sentir así! Es mi hermana menor.

Mi teléfono empezó a sonar en mi bolsillo trasero y lo saqué rápidamente, era mamá. Contesté rápido dispuesto a decirle que teníamos que hablar, que reuniera a todos, pero no me dejó.

Maldición FraternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora