XXVI

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¡Los Exámenes Han Llegado!


Inko Midoriya, una mujer que, según sus vecinos, pese a las adversidades de su vida a dado todo de sí para cuidar de su única hija, Izumi Midoriya. Todos podrían decir que sufrió el abandono de su esposo y la muerte de uno de sus hijos, mas nadie sabía la verdad oculta tras esos ojos esmeralda.

Inko: ¿Qué puedo hacer para cenar? —Con una pequeña sonrisa, Inko Midoriya abría su nevera en busca de alimentos que le permitiesen preparar algo para cenar para ella y su querida hija. De la nada varios golpes en la puerta captaron la atención de Inko— ¡Voy! —De la nevera sacó varios vegetales, dejándolos en la mesa y yendo hacía la puerta principal— ¿Quién puede ser? Izumi normalmente llega media hora más tarde —Con curiosidad abrió la puerta, quedando sorprendida de ver a Naomasa junto a dos oficiales de policía, además de a Mitsuki y Masaru detrás de ellos— ¿Eh? ¿Sucede algo? —Su mirada fue hacia sus amigos, quienes simplemente miraron a otro lado, no podían verla a los ojos después de saber lo que hizo

Naomasa: Inko Midoriya, nos han llegado varias denuncias hacía usted sobre violencia intrafamiliar, negligencia, maltrato físico, verbal y psicológico hacia un menor e intento de asesinato. —Los ojos de la mujer se abrieron de la sorpresa, su corazón parecía que había dejado de latir por un momento— Debido a todo esto queda bajo arresto. —Aún sin asimilar lo sucedido, los dos policías le pusieron unas esposas a Inko, sacándola fuera de su hogar— Todo lo que diga podrá ser usado en su contra —En ese momento Inko supo que era real, le estaban dictando los derechos de los criminales. Ahora estaba en el punto de no retorno— Tiene derecho a guardar silencio. Tiene derecho a no declarar contra sí mismo. Tiene derecho a un abogado, si no tiene uno se le proporcionará uno. Tiene derecho a acceder a las evidencias o pruebas existentes. Tiene derecho a que su familia lo sepa. Tiene derecho a comunicarse telefónicamente. Tiene derecho a ser reconocida por un médico forense. Sin nada más que decir, no oponga resistencia. Vamos chicos —Los dos policías asintieron mientras acompañaban a Inko hacía la salida del departamento, donde un coche patrulla esperaba su detención

Inko: ¿Mitsuki? —Buscaba en sus amigos un rayo de esperanza, pero estos simplemente no le dirigían la mirada, o por lo menos hasta que Mitsuki lo hizo

Mitsuki: No esperaba esto de ti, Inko —Un sentimiento horroroso se apoderó de Inko. Sabía que esto era lo que se merecía, pero jamás pensó que le fuera a pasar. Al momento de retornar su mirada al frente pudo ver algo que la destrozó. Izumi estaba ahí enfrente, con su boca tapada por sus manos. A un lado Katsuki, quien apretaba con fuerza sus puños y apartaba la mirada. Y por último se encontraba Izuku, quien simplemente miraba al suelo

Inko: I-Izuku... —Su mirada se centró en el brazo izquierdo de su hijo, dándose cuenta que le faltaba dicha extremidad— ... —Sin decir nada, los policías continuaron su caminar hacía la salida del departamento.

Naomasa: Siento que hayan visto esto, jóvenes El detective se quitó el sombrero en señal de respeto a los estudiantes. Unas lágrimas empezaron a deslizarse por las mejillas de Izumi. Naomasa simplemente se dio la vuelta para dialogar con Mitsuki y Masaru. Al mismo tiempo que Izumi abrazó con fuerza a Izuku, quien simplemente se quedó estático.

Mitsuki: ... —La mujer se secó una lágrima que amenazaba por caer. Inko y ella habían sido amigas durante muchos años, jamás pensó que seria capaz de hacer algo de este calibre. Naomasa se detuvo frente a ella

El Poder De Los PecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora