Siete

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Sonreí al ver la sonrisa de mi novio en el identificador de llamada. Era una foto de los dos, en un viaje que hicimos a Disney en Orlando el año pasado. Estaba demás decir que fue el mejor viaje que tuve en mi vida.

-Cari sé que voy atrasada -murmuré al descolgar. - Sólo dame cinco minutos y estoy lista.

Cari el diminutivo de "cariño", que usábamos frecuentemente cuando estábamos apurados.

-¿Ya estás arreglándote? -preguntó, lo que me hizo detener de inmediato.

Su voz no sonaba como la de un hombre que estuviera emocionado por ver a su novia.

No, no iba hacerlo de nuevo.

-Sí, dijiste que ibas a pasar a las siete por mí -dije, mirándome frente al espejo fijamente.

Ya no sonreía, ahora la chica que me devolvía la mirada estaba realmente enojada.

-Lo siento cari, pero me ha surgido algo y no voy a poder ir a recogerte.

-¿Qué quieres decir? ¿quieres que nos veamos en el restaurante? -dije, intentado hacerme la inútil.

-No, lo que quiero decir es que no voy a poder ir a cenar esta noche contigo. Papá me ha encargado revisar unas libretas de contaduría y se me va a hacer toda la noche aquí.

Esa era la tercera vez que escuchaba decir aquello. La primera fue hace tres semanas, cuando prometió llevarme a la inauguración del museo de arte contemporáneo, pero tuvo un percance con su coche y lo dejó botado en el camino, la segunda, una semana después, cuando dijo que iríamos al cine a ver la película de Star Wars que le encantaba, pero algo ocurrió con los ascensores y no pudo llegar a tiempo. La semana siguiente a esa simplemente ni siquiera se molestó en hacer planes, puesto que iba a estar de viaje con su padre.

-¡Austin ya estoy lista! -exclamé enojada. - ¿No se te ocurrió decírmelo antes? ¡Y ésta es la tercera vez en el mes que me dejas plantada!

Yo también tenía bastante trabajo, no contaba con la suerte de tener a mi padre de jefe, pero siempre hacía tiempo para él. Después de todo, éramos novios desde hacía cuatro años, era lo menos que podía hacer.

-De verdad lo siento cariño, prometo que el sábado si saldremos. Sabes que acabado de convertirme en el gerente y...

-Sé que estás ocupado con la empresa, pero lo mínimo que puedes hacer es apartarte un tiempo para ver a tu novia. ¡Llevamos un mes que no nos vemos! -exclamé, realmente enojada con él.

-¿Qué te parece si la próxima semana pasamos la noche en mi casa? Papá me prometió que no me va a meter en ningún lio de nuevo, podemos ver películas, ya sabes, como en los viejos tiempos.

Suspiré y me senté en el taburete, dos horas arreglándome para nada. Ahora ni siquiera podría ver el bonito cambio de look que me había hecho para él.

-Está bien, pero es la última vez que te perdono que me canceles a última hora. Yo inclusive me había puesto la ropa que...

-¡Dios! -exclamó-. Lo siento bebé tengo que irme, te llamaré mañana.

Y con eso, colgó la llamada.

Tiré el teléfono en la cama y me quedé mirando la alfombra morada y felpuda de mi habitación. Sólo llevábamos un mes sin vernos, pero llevábamos los cuatro años sin tener intimidad, puesto que nuestros anteriores encuentros sólo fueron por un par de horas en lugares públicos y no estaba preparada. Me hubieses gustado decir que nuestro alejamiento se debía a su nuevo puesto como jefe en la empresa de su padre, una agencia de viajes. Pero no era así, inclusive antes, las cosas habían estado mal también.

La Secretaria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora