No se encontraba en un buen lugar de Nueva York, lo que era extraño. Ashton siempre iba a los mejores lugares, reservaba en los más exclusivos restaurantes, sus habitaciones de hotel siempre eran una suite, nunca iba a algún concierto o evento a menos que fuera VIP.
¿Por qué se había ido a beber a un bar de mala muerte en pleno Brooklyn? ¿de quién se estaba escondiendo?
Estaba demás decir que era sumamente triste que yo, de todos, fuera la única que estaba en sus contactos favoritos. En el camino al bar, mientras miraba la ciudad pasar a mi alrededor, me di cuenta de que tenía que ser la única persona constante en la vida de mi jefe.
Nunca lo había visto con nadie, ni a su madre, ni a su padre, ni siquiera una hermana, o algún otro familiar. Tampoco tenía amigos, pero eso también podía ser porque era se la pasaba trabajando todo el tiempo.
Era la única que estaba allí cuando necesitaba ayuda, y él me trataba al contrario que era lo peor. No me extraña que estuviera tan solo si a todos nos trataba así.
El coche se detuvo minutos después frente al bar. Le pagué, lo que no fue nada barato, y me bajé de auto con rapidez.
El bar tenía un cartel de neón que decía "Rivera", lo que se me hizo gracioso, él había terminado en un bar con mi segundo apellido, soy Mya Julie Rivera. Al entrar, me di cuenta de que el lugar era muy diferente a los que mi jefe iba.
Había varios hombres bebiendo bebida, las mesas eran de madera vieja, ni siquiera había un mantel para cubrirlas. El olor era pesado y el ambiente tenso, no me gustaba para nada aquel sitio.
Un hombre corpulento se acercó a mí en cuanto me vio entrar. Sólo vestía vaqueros y una camiseta verde oliva, con un paño de cocina apoyado en su hombro, por lo que supuse era el bartender.
-¿Mya? -preguntó, mirándome de arriba abajo.
Asentí incómoda.
-Soy el que llamó, está al fondo, no quiere dejar de beber y no tengo idea de cómo detenerlo sin incluir puñetazos -aseguró, señalándome el final del bar, en una esquina, donde casi no daba la luz, estaba mi jefe.
-Gracias por llamar, yo me hago cargo -dije, dejando al hombre de pie en la entrada después de darme el teléfono y dirigiéndome hacia donde mi jefe estaba.
La vista de él así, tan vulnerable, solo y bebido me impactó por un momento. Tuve que dejar de caminar para asegurarme que era él y que no estaba confundiéndolo con otro Ashton Ainsworth, porque eran como dos tipos diferentes.
Mi jefe jamás se hubiese comportado así, era grosero y gruñón la mayoría de las veces, pero también muy elegante y primoroso. A decir verdad, la ordinaria de los dos siempre había sido yo.
Me acerqué despacio a él, pero no me vio por unos segundos porque estaba muy concentrado gruñéndole al tipo de a mesa de al lado, que también lo miraba mal de vuelta.
Si no intervenía pronto, mi jefe iba a comenzar una pelea y en su estado y tomando en cuenta la figura corpulenta del otro tipo, no iba a ganar.
Me senté a su lado en la mesa y lo escuché gruñir apenas me vio. Sus ojos se quedaron un largo rato en mí, parpadeando para ver su estaba viendo bien. Oh sí, estaba viendo perfectamente bien.
-Señorita -saludó, arrastrando las palabras. - ¿Qué estás haciendo aquí?
-Vine a buscarlo -aseguré, intentando quitarle el vaso de bebida que mantenía en su mano, pero tenía un fuerte agarre.- No puede seguir bebiendo de esa forma.
-¿Quién lo dice?
-Yo...
-¿Tú? ¿Una secretaria de clase baja me va a decir lo que puedo hacer? -preguntó, bufando. - ¡Soy el rey del estado! Puedo beber lo que me dé la gana.
Con rabia, logré quitarle el vaso de las manos.
-Por favor, vamos a su casa para que pueda dormir y comer un poco.
-¿Sabes una cosa Mya? Eres la mejor secretaria que he tenido, eres pulcra, inteligente, astuta, pero te falta carácter -murmuró bebido.
Mis cejas se alzaron en evidente enfado. No sabía si sentirme halagada porque por primera vez estaba diciendo cosas buenas sobre mí, o molesta porque pensaba que no tenía carácter. Era una mujer adulta ¡por supuesto que tenía carácter!
-¿Ah sí?
-Nunca me has contestado, y eso que soy un inútil contigo -rio, pero no le encontré el humor. - A veces me gustaría que dejaras de ser tan linda, sería más divertido si no me hicieras un puchero después de regañarte.
Tragué el nudo en mi garganta al escucharlo hablar así sobre mí. Más allá de estar dolida, también estaba muy enfurecida con él.
Había sido su asistente por seis largos meses, había hecho más trabajo en ese tiempo que toda la compañía junta, compraba su almuerzo, llevaba a lavar su ropa y auto, hacia las cosas que a le parecían "vergonzosas" por él, guardaba sus secretos, soportaba a sus amantes molestas y soportaba los gritos contentos y enfado de sus amantes.
Sin contar que también había corrido para buscarlo en un bar de mala muerte cuando estaba ahogando sus penas.
Y él nunca decía gracias, "por favor" o siquiera un "disculpa por ser tan tipo" lo más amable que escuché salir de su boca hacia mí fue ahora, cuando estaba diciendo que era una buena secretaria, pero que le daba lastima tratarme mal.
¿Qué clase de tipo era? ¿y por qué no lo dejaba tirado aquí y me iba a casa a dormir?
Después de todo, no estaba en mis horas laborales, no tenía que servirle como una esclava.
Pero era una buena persona, mis padres me habían criado para ser paciente y no rencorosa.
-Usted está muy bebido y no sabe lo que dice -argumenté, tratado de calmar la situación.
Discutir con un bebido, más si era mi jefe, no iba a llevarme a nada bueno.
-Sé muy bien lo que digo -sonrió
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La Secretaria
Roman pour AdolescentsFUI LA SECRETARIA.... AHORA SOY... LA JEFA HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE...