Nunca había sido una persona con buena resistencia para correr, más en ese momento podría inclusive ganar una medalla olímpica de oro de maratón. Sus pies se movían a la par que su acompañante pelirrojo en los alfombrados pasillos del elegante hotel, con un destino fijo al qué dirigirse. Era incapaz de escuchar más allá que los latidos de su propio corazón acelerarse cada segundo más, alarmado y desesperado ante la llamada previamente recibida de parte del albino. En su mente tan pesimista y torturadora se reproducían incontables escenarios posibles, cuya realidad no deseaba en lo más mínimo.
—¡Dazai-san! ¡Chuuya-san!— Exclamó Atsushi cuando abrió la puerta dándoles el paso. Se lo veía aterrado y preocupado.
Al momento de adentrarse a la habitación, Osamu creía que su alma dejaría al fin de su cuerpo. A su lado, Chuuya se encontraba en la misma situación.
Frente a ellos, Masaki yacía en una de las camas. Todo su cuerpo húmedo por el sudor que liberaba, temblaba cual gelatina en movimiento. Sus diminutas manos se aferraban a las sábanas blanquecinas y realizaba muecas, acompañadas con gimoteos de dolor. Parecía querer gritar, pero todo era mudo. Mientras tanto, Akutagawa le colocaba un paño frío en su frente con el intento de bajarle la fiebre que le impedía respirar como se debería.
—¡¿Qué está pasando aquí?!— El agente, junto a su esposo, se acercaron rápidamente al auxilio de su primogénito.
—E-estábamos jugando y-y, de un momento a otro, Masaki-chan se desmayó.— Explicaba Nakajima lo más claro y resumido posible, pese a los nervios. —L-luego notábamos que tenía fiebre y-y...
—Unas marcas aparecieron en su cuerpo durante unos segundos.— Siguió Ryuunosuke. Sus ojos grisáceos se enfocaron particularmente en el mafioso ejecutivo, dándole a entender de forma inmediata a qué se estaba refiriendo.
Los ojos zafiros de Chuuya se abrieron tan grandes como dos platos. Su tez se tornó tan pálida como las paredes del lugar. Su mente no funcionaba claramente, con el pánico ocupando la mayor parte, sin darle siquiera un mínimo espacio a la razón; simplemente, todo estaba nubloso. Como respuesta, negó repetidas veces con la cabeza sin aceptar de ninguna manera la verdad recién confesada.
—No.— Pronunció secamente. Sus manos se apretaban en fuertes puños, a tal punto de lastimarse levemente las palmas con los dedos. —Es imposible.
Por otra parte, Dazai salió corriendo por segunda vez en busca de ayuda, tal como un gato callejero suplicando la atención de los humanos para rescatar a sus cachorros en peligro. Sólo podía pensar en una sola persona a quien recurrir. Sabía que aún no había emprendido retorno a Yokohama, pues ella había dicho que se quedaría unos días más de vacaciones junto a Kunikida, con la excusa de alejarlo de los informes e itinerarios un momento. Recorrió por todos los pasillos, gritando su nombre sin importarle en lo más mínimo despertar a los demás huéspedes del hotel a esas altas horas de la noche. Sus pies frenaron al bajar a la cafetería, en donde la encontró robándose con discreción unos paquetitos de mermelada para el desayuno.
—¡Yosano-sensei!
En cuanto escuchó su nombre, dio un respingo escondiendo los objetos tras la espalda y se volteó para observar a su compañero de trabajo.
—Daz-...— Fue interrumpida al sentir cómo él tironeaba de su brazo para llevársela a rastras de manera apresurada, cosa que la tomó totalmente desprevenida. —¡¿Dazai?!
—¡Es Masaki!— Anunció. —¡Está muy mal!
Siguiéndole el paso, la mujer amplió sus orbes violetas. Todo su ser se alteró, como un animal salvaje víctima de sus instintos. De sólo saber que ese pequeño, que tanto cariño le tenía desde que nació, se encontraba insano sentía cómo un peso quebraba poco a poco su corazón.
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Masaki | Soukoku
Fanfic~Secuela de "Consequense"~ El pasatiempo favorito de Masaki Nakahara-Dazai era, sin duda alguna, andar corriendo de un lado a otro haciendo de sus travesuras como todo niño; a veces era el mejor aliado o el peor enemigo para el Doble Negro en sus dí...