~10 años de edad~
La tensión era más grande con el correr de los segundos. Si daba un paso en falso, podría echar todo a perder; debía ser precavido. No tenía opción, pues estaba entre la espada y la pared sin salida alguna. Frunció el ceño mientras una gota de sudor descendía por su frente, sin lograr encontrar la mejor de las opciones. Analizó todos y cada uno de sus adversarios; estos, posicionados de forma estratégica, lo acorralaban con firmeza como columnas de un templo griego. Fue entonces, cuando se encontró con la mirada del causante de todo, y este con una sonrisa victoriosa pintada en su rostro dijo:
—Jaque mate.
Había sido derrotado, por tercera vez consecutiva.
—¡No, espera!— Exclamó negándose en aceptar la derrota. —¡Sé que puedo ganar!
—Llevas diciendo eso hace dos partidas atrás, papi.— Los grandes orbes azulados del niño lo observaron aburridos. —Ya gané. La torre y ambos alfiles están rodeando a tu rey. Además, la reina hará cualquier movimiento que tú también hagas y podría acabar con él.
—¡Pues no muevas la reina de ahí!
—Sólo un tonto le favorecería la victoria a su enemigo~— Burlón, le mostró la lengua antes de levantarse de la reposera con una cubeta de plástico en mano, dispuesto a jugar un rato en la arena, mientras que a su vez bailaba con orgullo.
—¡Masaki Nakahara! ¡Vuelve aquí o te castigaré!
—Acéptalo, Chuuya. Eres un asco para los juegos.— Habló divertido el castaño más adulto colocándole protector solar a su hijo menor quien, hecho toda una vela por el exceso de crema en su cuerpo, corrió hacia su hermano. —Pero si quieres, puedo jugar en su lugar así estás contento.
—Definitivamente no.— Se negó sin dudarlo. —Eres un monstruo y yo no pienso ser tu perro de nuevo, vagabundo.
Osamu carcajeó.
—¿Cuándo dejaste de ser mi perro? Si hasta te tengo comiendo en la palma de mi mano, corazón~— Se aproximó para rodear uno de los brazos de su pareja con los propios.
Ante sus palabras, Chuuya infló sus pulmones de aire para calmar esa tentación de mandarlo a volar de una patada hasta la India. Sin embargo, los manipuladores besos no se hicieron esperar y los recibió con una tonta sonrisa formándose en su rostro. Su ahora esposo, podría ser la persona más odiosa en la tierra; pero al momento de amar, él amaba de verdad e incluso con mucha más intensidad. Se enorgullecía haber logrado desenterrar ese Osamu que muchos creían inexistente.
—¿No crees que le has puesto mucho protector solar a Fumiya?
Los orbes avellana del detective observaron al susodicho e infló sus mejillas para contener la risa, puesto a que Fumiya tenía arena pegada en todo su cuerpo por haber rodado al hacer una de sus infantiles payasadas.
—¡Eres una milanesa, hermano!— Se rio Masaki.
—¡Yo quiedo comer una milanesa!— Con ilusión e inocencia, exclamó mencionando cada palabra como sabía con sus cortos tres añitos de edad. Se encontraba recostado panza abajo, soltando sonoras risas sin importarle la suciedad que traía encima. —¡Tengo hambe!
—El día de hoy no se come; estamos en bancarrota.— Bromeó su madre.
—¡Moriremos de hambreee!~— Dramatizó el mayor de los hermanos, dejándose caer hacia atrás sin darse cuenta que allí aún estaba el menor.
—¡Ay!— Este se removió con su rostro enterrado en la arena. —¡Maaasaaaaki-nii!
—Lo siento~
ESTÁS LEYENDO
Masaki | Soukoku
Fanfiction~Secuela de "Consequense"~ El pasatiempo favorito de Masaki Nakahara-Dazai era, sin duda alguna, andar corriendo de un lado a otro haciendo de sus travesuras como todo niño; a veces era el mejor aliado o el peor enemigo para el Doble Negro en sus dí...