Capítulo 4 "Miedo"

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Nicolette

Los días pasan tan rápido cuando estoy con él. Me siento diferente, jamás había sentido este tipo de cosas por un chico, siempre tuve miedo a enamorarme, me aterraba pensar que me podía pasar lo mismo que a mi madre, porque a pesar de que ella ama a mi padre, me confesó que el gran amor de su vida fue el papá de Camilo, ósea tío Nico.

Fue una vez que estaba en el muelle sentada. Me sentía nostálgica, quería conseguir el número de su padre para poder llegar a él. Necesitaba preguntarle si seguía esperando o ya me daba por vencida. Pero nadie tenía el número de ellos, incluso fui hasta la casa donde vivía con su hermana y sus padres, después que saqué la dirección de la agenda de mi padre. Allí conocí a Dante, pero luego contaré de él. Nadie sabía nada, era como si la tierra los hubiese tragado. Ni tío Julián, ni la tía Rocío, ni el tío Marco. Nadie.

Decepcionada y cansada me senté a pensar, mi madre llegó a hacerme compañía. Hablamos mucho rato, y lloré junto a ella. Ahí me dijo.

- No quiero verte derramar lágrimas por un Maldonado. No quiero que pases lo mismo que yo. – y agachó su cabeza.

Le pregunté a que se refería y me confesó aquello, que él siempre sería el amor de su vida, pero que al mismo tiempo agradecía todo lo que había hecho porque gracias a ello, nos tenía a nosotros.

Le prometí que sería la última vez, pero no lo fue, vinieron muchas más.

Y bueno, Dante, si, él fue un error. No se realmente porque salí con él. Éramos demasiado diferentes. Él como tres años mayor que yo. Ese día que fui a buscar algún número para contactar a Tío Nico, él me pidió mi número para darlo en caso que él llame, pero comenzó a enviarme mensajes, y a llamarme, hasta que un día me invitó a salir y acepté. Yo tenía 17 años, y no tenía mucha experiencia. Salimos a comer algo y luego me invitó a un bar, pero por la edad no me darían tragos, así es que compró algo y fuimos a un mirador. Después de dos cervezas me sentía bastante mareada.

Estaba oscureciendo y ya quería volver a casa. A pesar de que no la estaba pasando mal, pero sentía que me traería problemas, sobre todo porque no les había dicho nada a mis padres. Dante tenía su cabello muy corto, una suave barba y sus músculos bien marcados. Vestía chaqueta de cuero, unos pantalones negros de mezclilla y una camiseta blanca apegada a su cuerpo.

Cuando le dije que quería volver a casa, se acercó y me tomó de mi cabeza y me besó. Besaba muy bien, y no dejó de besarme, con furia. Le insistí en irnos, pero me dijo que si había accedido a llegar hasta allá no sería solo por besitos. Continuó besándome mientras me empujaba hacia el asiento de atrás del auto. Yo estaba asustada, cuando me recostó se subió sobre mí. Le dije que tenía miedo, pero me dijo que no me preocupara, que sería suave. No lo fue, con cada estocada sentía que me rompía por dentro. Le pedí varias veces que pare, con lágrimas en mis ojos. Pero me hacía callar besándome. Cuando acabó manchó mi camiseta, me enderecé, limpié mis lágrimas y mi ropa mientras me vestía.

Me besaba, y yo solo sentía rabia y dolor. Era mi primera vez, y jamás pensé que fuera en un auto y menos por él.

Cuando volvíamos a casa, me tomaba la mano, yo solo miraba de frente hacía el camino. Me dijo que le gustaría que siguiéramos viéndonos, que yo le gustaba, yo solo le sonreía. Me bajo del auto al llegar, y él se baja rápidamente, me besa y con su mano agarra uno de mis senos. Cuando terminó se fue, miro hacia la ventana y estaba mi padre mirándome molesto.

Cuando entro a la casa, me mira mi camiseta y frunce su ceño con los ojos brillantes. Mi madre me miraba sorprendida. Mi maquillaje estaba corrido por las lágrimas y mi lápiz labial por los besos. No alcanzo a decir nada cuando mi padre me da una gran bofetada. Era la primera vez que me levantaba la mano. Me quedé tiesa, con mi rostro torcido mientras corrían mis lágrimas por el ardor de mi rostro, pero más aún por saber que lo había decepcionado.

En el muelle de la LagunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora