Capítulo 12 "El Hilo Rojo"

8 6 0
                                    

Ya ha pasado dos meses desde que nos vimos por última vez, la extraño a morir, hemos hablado, no tanto como me gustaría. Lamentablemente estoy con muchos exámenes y me lo paso estudiando gran parte del día. La última vez que hablé con ella, que fue hace una semana más o menos, estaba más animosa. Aun se les hace difícil hacerse la idea de que no está, pero por lo menos, esta vez no lloró como lo había hecho todas las veces que hablamos y salía el tema de su padre. Tía Camila también está un poco mejor, eso me lo contó mi papá en una de las tantas charlas que hemos tenido últimamente por teléfono. Por lo que me contó hablan todos los días, y es que, según él, le prometió en la tumba a mi Tío Lalo que no la dejaría sola, a ninguna de las dos. Hoy después de clases iré a visitarlos. Necesito salir un poco del encierro que me está matando, sobre todo, por no tenerla aquí.

Cuando termina la clase, pido un Uber y me voy directo a casa de mis padres. Mi auto aún está allí, no había tenido la oportunidad de venir a buscarlo. Cuando entro hay silencio, pero a medida que avanzo escucho una discusión de mis padres. Están en su habitación, mi padre grita.

- Solo hablo con ella, hablar... no se compara con lo que tú haces – le dice.

- Hablas, pero le dices que la amas.

- ¡Porque la amo! ¡Igual como amaba a Lalo! Yo no me metí con ella, no pasó nada con ella. ¡Tú tuviste un affaire con otro hombre!

Me quedo frío, ¿mi madre tubo un affaire con otro hombre? Respiro agitado, pero cuando iba golpear, la confesión de mi madre me deja tieso.

- No es un affaire, nosotros estamos juntos hace más de un año. – le dice llorando.

Mi padre se queda en silencio. Mi madre llora desconsolada.

- ¡Dime algo Nicolás! ¡grítame!

- No tengo nada que decirte Amelia. – abre la puerta y me ve.

Me mira sorprendido mientras yo abro mis ojos grandes conteniendo el llanto. Mi madre estaba en la cama, sentada al lado de una maleta con ropa.

- Dime que no escuchaste – me dice mi padre tragando saliva con sus ojos rojos.

- Hola papá y si, si escuché – le digo respirando agitado. Mi padre sale y se va a la sala. Cuando veo que mi madre camina llorando hacia mí, cierro la puerta.

Ella la abre enseguida y sale tras de mí, me coge del brazo y me gira.

- Déjame explicarte Camilo.

- ¿Qué me vas a explicar, mamá? ¿Qué vas a inventar?

- Hijo, esto simplemente se dio, no fue algo planeado. Quise detenerlo, pero ya era tarde, ya me estaba enamorando de él. Tu padre siempre estuvo enamorado de Camila.

- Ay Mamá por favor! No metas a la tía Camila. Esto pasó hace un año y hace un año mi papá aún no veía a la Tía.

- ¡Pero si la amaba igual!

- Siempre la amó, tú te casaste sabiendo que lo hacía, me tuviste sabiendo que lo hacía, porque lo hizo siempre, desde mucho antes de estar contigo.

- Pensé que la olvidaría y me amaría.

- Y si te amaba... sí que te amaba mamá, yo soy testigo de eso. Pero tú la jodiste, no culpes a mi padre – le digo mirándola con rabia. Ella lloraba – ¿Qué ibas a hacer ahora? ¿Te ibas con él? – ella agacha su mirada. – entonces termina de arreglar tus cosas.

Me giro y voy donde mi padre, estaba sentado en la sala, con un vaso de whisky en la mano.

Me siento a su lado, él me mira, me sonríe tristemente y me da unos golpes suaves en la espalda.

En el muelle de la LagunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora