Capítulo 15 "En El Muelle de la Laguna"

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Hoy mi hijo cumple dos años, le hemos preparado una pequeña fiesta para que comparta con la familia. Vendrán sus bisabuelos y tíos. Además de su amigo más pequeño Isaac, que es el hijo de Sara y Antonio, tiene un año. Nos reunimos seguido para vernos y compartir. Aún somos tan buenos amigos como siempre.

Eduardo es el regalón de sus abuelos, mi padre aparece cada mañana a buscarlo, lo lleva al muelle y hasta le compró una pequeña caña con la que dice que le enseñará a pescar para que lo haga igual que su abuelo Lalo.

Con Nicolette seguimos estudiando, se nos hace difícil a veces, sobre todo repartir el tiempo entre estudio y el niño, pero gracias a Dios tenemos los mejores abuelos que están siempre al pendiente.

Mi padre se casó con la Tía Camila hace un año, una ceremonia hermosa, muy emotiva y que asistió toda la familia. Eduardito les llevaba las alianzas, así que eso lo hizo más hermoso aún.

Todos los fines de semana vamos a visitar la tumba de Tío Lalo, Eduardito sabe que ahí está su abuelo, ya lo identifica cuando lo ve en fotografías y lo hacemos para que siempre sepa que su nombre lo lleva por él. Es un niño hermoso, su cabello oscuro y sus ojos azules claros que encandilan, como los de los Catalán.

Cuando llegamos de la universidad, nos sale a encontrar feliz, corriendo mientras se tambalea. Amo que me diga papá. Se me aprieta el estómago cuando lo hace. Estoy enamoradísimo de mi familia. Mi hijo y mi mujer son lo más bello que me ha dado la vida. Jamás me cansaré de decirles cuanto los amo.

Increíblemente esta cabaña, se ha convertido en un refugio para nuestra felicidad. Es algo tan mágico el estar aquí, en el muelle, en esa hermosa laguna que no importar como esté el día, ella siempre brilla.

Nuestros padres llegaron aquí, luego llegó Tía Cami, después Nicolette y seguido yo, ahora nuestro hijo. Y así, hemos arrastrado a nuestros amigos y familia que siempre quieren volver.

He llegado a pensar que tiene algún conjuro, que te enamora y no importa cuán lejos te vayas, siempre quieres volver a su lado.

Quizás Eduardo cuando crezca, se enamore y también quiera vivir aquí, quizás también tallará su nombre en la madera de muelle, y hará de este lugar su refugio, tal como lo hicimos nosotros.

Miro por la ventana de mi habitación, nosotros también tenemos la vista privilegiada a la laguna y él muelle, ahí veo a mi padre en él, de la mano de Eduardito. Lo sienta en sus piernas mientras le enseña el horizonte. Él también adora a su abuelo. Me sonrío mirándolos cuando siento una mano que me abraza mi pecho. Me giro y está mi bella mujer.

- Hola, ojitos lindos. – me dice sonriendo.

- Hola, preciosa. – la beso.

- Tenemos que bajar, ya comenzarán a llegar los invitados.

- Okey, vamos – le sonrío.

- Igual tenemos tiempo...

- ¿Para qué? – la miro levantando una ceja y sonriendo.

- ¿Un rapidito? – me dice subiendo y bajando sus cejas.

- Jajaja – yo río a carcajadas. – esos nombres que le pones.

- ¡Porfis! Aprovechemos que el niño está con tu padre. – me dice con cara de pena.

Yo la miro sonriendo con picardía. Sigue tan hermosa como siempre, esos ojos que te hipnotizan, su sonrisa tan bella, y aunque cortó su largo cabello, por una melena arriba de sus hombros, sigue pareciendo un espejismo como el primer día. Y también continua igual de insaciable, si fuese por ella, estuviéramos todo el día haciendo el amor, pero con la llegada del niño las cosas se complicaron un poco y en las noches necesitábamos más descansar, que follar.

La tomo del rostro y la apego a mis labios. Y comenzamos a besarnos, ella va más rápido, no hay tiempo para tanta previa, así que desabrocha mis pantalones y después los de ella, me lanza a la cama y se sube sobre mí, mientras intenta sacar una de las piernas de su pantalón. Cuando lo logra, se ella misma lo acomoda dentro. Ambos gemimos, aunque me incomoda mucho la cremallera de mi pantalón, trato de acomodarla, pero ella no deja de moverse.

Suena el teléfono que intento sacar de mi bolsillo.

- No contestes – me dice respirando agitada. Yo logro sacarlo.

- Es mi padre – le digo.

- No contestes, espérame que me falta poco. – no contesto, y se pierde la llamada. La tomo de la cadera apegándola para poder llegar al mío también, pero vuelve a sonar el teléfono.

- ¡Mierda! – digo

- No contestes. – me dice mientras gime.

Y yo, contesto.

- ¿Papá? – le digo tratando de hablar bien. Pensé que bajaría, pero ella sigue tratando de llegar a su orgasmo.

- Camilo, ya llegaron algunos invitados. – me dice.

- Ya voy – le digo conteniendo la respiración – me falta poco.

- ¿Poco para qué?

- Estoy... terminando algo – cubro el teléfono y respiro.

- Mmm... okey... solo trata de apurar tu asunto. – me dice riendo.

- Aha – le contesto y corto.

La agarro fuerte, nuevamente de la cadera y continuo en lo que estaba, siento como viene, y el de ella también, arquea su espalda y la lleno por dentro, respiramos agitados, nos besamos y teníamos que bajar así que no había tiempo para quedarnos tendidos disfrutando nuestro orgasmo. Arreglamos nuestras ropas y fuimos a recibir a los invitados.

La veía saludar a sus abuelos, hablar con los que habían llegado, aún ruborizada por el placentero "rapidito" que acababa de conseguir. Me sonreía viéndola.

La casa estaba llena de regalos para Eduardito, jugaba con sus bisabuelos, los padres del Tío Lalo, ellos lo adoran, dicen que es el vivo retrato de él cuando era pequeño. Y es verdad, nos enseñaron una vez las fotografías y el parecido es increíble. Papá también me dijo que se parecía mucho. Es como que él tío nunca se fue, solo comenzó de nuevo en otro cuerpo.

En la fiesta disfrutamos mucho, bailamos con él y cantamos, ama cantar, desde que le compramos el micro anda por la casa cantando en su idioma. Es un niño maravilloso.

Caminamos los tres hacia el muelle, de la mano, Eduardito al medio de los dos, y nos sentamos en la orilla colgando nuestras piernas.

- Pesh! – nos dice Eduardo señalando con su dedo el agua. – pesh! -Repite.

Cuando vemos, estaba lleno de peces debajo de nuestros pies. Nos miramos sorprendidos con Nicolette. Mira hacia el cielo y con sus ojos con lágrimas dice.

- Ese fuiste tú, ¿verdad?

Yo me acerco y beso su frente mientras corren sus lágrimas. Miro hacia atrás y estaba mi padre junto a la Tía Camila abrazados al principio del muelle, mirándonos.

Así comenzó todo, con ellos dos, y así terminó... con nosotros tres.

FIN 

En el muelle de la LagunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora