Capítulo 13

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Michael me miró confundido y entrando en razón lentamente, me pidió que espere ahí. Con la cabeza dando mil vueltas y viendo que él se iba hacia el baño privado de la oficina, seguramente a limpiarse un poco, me arreglé lo más rápido que pude, aseándome con el pedazo de tela que era mi ropa interior destrozada. Tomé mis cosas apresuradamente, sin escuchar nada del sonido que salía de sus labios. Salí tan apurada que recordé arreglarme el pelo en el ascensor. No quise mirar a mi alrededor, pero no noté ninguna presencia. Yo no tenía idea si mis gritos se habían escuchado o mis gemidos, mis mejillas se sonrojaron, más todavía, ante tal estúpido pensamiento. Cuando vi que Scott se detenía en la puerta pidiéndome que parara, esta se estaba cerrando. Salí sin pensar. Toda mi atención estaba centrada en lo que acabábamos de hacer. 

¡Otra vez no, por favor! ¿Cómo no se me ocurrió? ¿Cómo dejé que esto pasara? ¿Tan irresponsable puede llegar a ser una persona cuando se ciega por el deseo?

Empecé a caminar sin rumbo fijo, no recuerdo ni por donde. Hasta que Michael me interceptó. Me abrió la puerta de su auto, y decidí subir, abrochándome el cinturón de seguridad a mi alrededor. Cuando llegamos a mi casa me obligué a despertar de esa especie de trance. Otra vez no me iba a sobrepasar la situación. Me había convertido en una mujer diferente gracias a la terapia. 

Rebusqué las llaves de mi casa y abrí, invitándolo a pasar, aunque calculo que él no estaba esperando una invitación, ya que estaba parado al lado mío. En silencio, nos sentamos uno frente al otro, cuando yo ya había preparado café. Le ofrecí una taza y con una mesa de por medio, me obligué a mirarlo a los ojos.

— Discúlpame Michael. Esto no debería haber pasado. Sé que te debo una explicación, no sé por donde empezar. Siéndote sincera, te quiero comentar que no tomo, ni poseo ningún anticonceptivo; sin embargo, sé que estoy limpia.

— Llámame loco, pero no me importa mujer. Te quiero. Lo otro veremos cuando pasen los días. — Sus ojos eran sinceros, pero las palabras de Jensen resonaban aún en mi cabeza. Algo no estaba bien y en mi interior lo sospechaba, pero no podía distinguirlo.

— Si me quieres tanto como dices ¿Por qué das tantas vueltas a lo de nosotros? ¿Por qué un día eres mi protector y otro eres totalmente frío? — Tenía que preguntarle. Necesitaba hacerlo.

— No soy digno de ti. — Lo sabía. Acá había algo más.

— ¿Y eso no lo tendría que decidir yo? — Pregunté irritada por tal afirmación.

— No nos hagas esto Katherine, por favor. — Había súplica en sus ojos.

— Michael... — Sentencié levantando la voz y parándome en mi lugar, colocando las manos en la mesa. — O me dices que es lo que tengo que saber o no habrá nada entre "nosotros". Si empezamos escondiéndonos cosas, no podemos proyectar nada a futuro. — Enfaticé la palabra "nosotros" señalándonos con mi dedo índice de él hacia mí. Suspiró. Agachó la cabeza y derramó una lágrima. Esto no era nada bueno.

— Cuando te vi por primera vez, eras una hermosa chica convirtiéndose en una mujer, estabas en tu primer año de carrera, creo. — ¿Qué está diciendo? Me senté. El corazón me estaba saliendo del pecho ¿Michael me conocía desde antes? Imposible, recordaría a este hombre. Levantó la mirada de la taza y se posó en la mía, sus ojos se habían tornado de un verde muchísimo más claro y siguió como intentando entrar en sus recuerdos, en alguno de hace muchos años. — Yo sabía de las andanzas de Jensen. — Okey. Ahora sí empezaba a comprender. — Éramos compañeros en el club de rugby y de vez en cuando solíamos salir juntos. — No, no y no. Negué con la cabeza, esto no podía estar pasando. — Te conocía por fotos, y como él contaba todo lo que hacían y, aunque no lo creas, te describía como una increíble mujer. Intenté que se alejará de ti, haciéndolo entrar en razón, tuvimos muchas charlas al respecto de su comportamiento. Te veía a través de los años que pasaban y no podía entender como podías amar a semejante estúpido. El día que llegaste y lo encontraste con esa chica... — Mis ojos se abrieron como platos y él tragó saliva. Vi su garganta moverse y querer tragarse las palabras. — Yo estaba ahí. — Hizo una pequeña pausa para levantarse y secarse las lágrimas. — Yo estaba ahí, porque yo la llevé. Porque había visto tus mensajes de que lo ibas a ver. Porque me pareció lo mejor para que te alejaras de él. — No quería seguir escuchando su versión de los hechos, porque dolían, dolían demasiado.

Mi Futuro [Terminada]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora