Capítulo 6. "Miedo, angustia, shock"

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22 de Octubre 2021

Un día antes de la tragedia

Julieta

Estaba con Dante en un parque cerca de mi universidad, ya casi se hacía de noche y nos despedimos cuando me fue a dejar a una parada de autobús para regresar a mi casa, después de unos 20 minutos de viaje, me bajé de este y caminé unas calles y llegué a mi hogar, y cuando entro me doy cuenta de que no hay nadie. Y descubro algo terrible, me quedo inmóvil por unos minutos, estoy en shock, no puedo creer lo que estoy viendo, es imposible.

Esteban

Hoy se cumplen 5 meses que mi hermana está desaparecida, no hemos recibido ninguna pista para poder saber de su paradero. No he recibido nada más del infeliz que secuestró a mi hermana, mis padres vieron el video y se quedaron muy tristes al terminar de verlo, les pregunté si es que conocen el lugar que se ve detrás de Julieta en la imagen, no lo reconocieron. Se ve detrás de ella que hay muchas cajas, las paredes son de color amarillo y creo que es el peldaño de una escalera, se ve también una manilla también junto a este.

Al otro día llego a casa después de la universidad y me encuentro a papá que está con algunos de sus compañeros de su trabajo, son arquitectos, los saludo educadamente a todos. Están Olivia, Damián, Allegra, Manuel, Fernando una pareja que hay dentro de los trabajadores, Samantha y Cameron. Hacen una muy linda pareja, me recuerdan a Daniela y a mí, Samantha tiene alrededor de 30 y 34 años y Cameron tiene más o menos 35 y 39 años de edad. Me voy a mi cuarto y sus voces se escuchan muy despacio, me pongo a estudiar un poco y me dieron ganas de llamar a Daniela, la extraño muchísimo, necesito escuchar su voz de ángel que me encanta y enamora. La llamo y contesta a los segundos, hablamos por una hora y veintiséis minutos. Cuando cuelgo la llamada me dirijo al baño, me lavo las manos, y cuando entro en mi habitación me encuentro en mi mesita de noche una caja, y cuando la abro me encuentro con un collar. Es de Julieta. Se lo regalé para su cumpleaños número 22. Maldita sea, el secuestrador volvió a entrar a mi habitación. Cuando saco el collar de mi hermana por debajo tiene un papelito. Y leo lo que dice.

Que hermoso collar que tiene tu hermanita, lástima que no lo usará más, y va a ser lo último que verán de ella si la siguen buscando, estás agotando mi maldita paciencia, no pienso advertírtelo una vez más, deja de buscarla, o si no la mataré a ella y a tus tontos padres y sobre todo a ti.

Ya no puedo esperar más, tengo que hacer algo, y ahora, tengo que evitar que le haga daño a mi hermana y a mis padres, tengo que hacer algo pronto, no debería estar aquí en casa, debería estar buscando alguna pista que me diga dónde puede estar Julieta. Pero no sé por dónde carajos empezar. No sé qué hacer.

Bajo las escaleras y les pregunto a mi padre y vio algo raro dentro de la casa, si vio a alguien, o no qué se yo. Me dijo que nada, y me preguntó si de nuevo entró el tipo que secuestró a Julieta, le dije que sí. No podía mentirle. Al volver a mirar la letra, siento que la he visto en alguna parte, pero no sé dónde, se lo comento a mi padre, y el me dice que también le parece conocida esa letra. Creo que eso es un mini avance, pero sería maravilloso que me diera cuenta de quién es esa letra y así saber quién secuestro a Julieta.

Mi padre vuelve con los trabajadores y finge que no pasó nada, yo vuelvo a mi habitación y trato de calmarme y relajarme, pero no puedo, no puedo de dejar de pensar en mi hermana, en cuánto debe estar sufriendo en este momento, en cuánto debe querer volver a casa. No me doy de que comencé a llorar hasta que siento que una lágrima llega a mi labio superior, y sigo llorando por mucho tiempo hasta que llegó la noche y escuché muy bajo que los trabajadores ya se iban.

Vuelvo a llamar a Daniela, necesito desahogarme con alguien en este momento.

– Daniela, ¿Estás ocupada? – Mi voz sale demasiado rota y ella de inmediato lo nota.

– No, ¿Qué pasó? ¿Por qué tienes la voz rota?

– Un tipo vino a dejarme un collar de Julieta en mi habitación.

– ¿Qué? ¿Cómo entró a tu casa? ¿Será el mismo que secuestró a Julieta?

– Sí, lo es. Me está dejando videos de Julieta, cosas de ella, notas diciéndome que le hará daño a ella y a mis padres y a mí.

– Dios, esto es terrible, voy a tu casa, Esteban.

– No, no es necesario, amor. No te preocupes.

– Sí, sí, sí, voy para allá, espérame en tu casa.

Daniela conoció a mis padres hace una semana atrás, se las presenté a mis padres y ellos quedaron encantados con ella, salió todo bien por suerte, aunque igual le preguntaron demasiadas cosas a la pobre, pero ella respondía educadamente cada pregunta de mis padres. Así que ya sabe dónde vivo.

Pasan unos cuarenta minutos y escucho que suena el timbre de mi casa y bajo corriendo las escaleras como si mi vida dependiera de ello y abro la puerta y lo primero que hago en abrazarla, siento su cálido cuerpo pegado al mío y comencé a llorar una vez más. Ella me acariciaba la nuca y me decía que todo iba a estar bien, que íbamos a encontrar a Julieta, que íbamos a estar todos bien, que me tranquilizara, que ella estaba ahí, siempre para mí. Desearía que se parara el tiempo para quedarnos más tiempo así, pero afuera hace mucho frío y la hago pasar, saluda a mis padres, y vamos a mi habitación.

– ¿Cómo habrá entrado ese idiota a tu casa?

– No tengo ni la menor idea, debe esperar a que no haya nadie en casa para entrar o qué se yo. Estoy demasiado asustado. ¿Qué tal si me lo encuentro cara a cara alguna vez? ¿Y si le hace daño a mis padres?

– Ey, ey, tranquilo. No va a pasar nada malo. Tranquilo, va a todo estar bien. Hay que pensar en algo, una manera de encontrar a Julieta sin que no les vengan a hacer daño... ¡Ya se me ocurrió algo! El padre de Dante es policía, le podemos pedir ayuda a él con este caso.

– ¿En serio? Entonces podría hablar con Dante para saber si es que su padre nos puede ayudar con este asunto.

– Soy una genio, bebé.

– Obvio, mi amor. Una de las cosas que más me gustan de ti, aunque me gusta todo de ti.

– Awwww, y a mi me encanta todo de ti. – Cambia su mirada sonriente a una pícara. –¿Oye qué tal si hacemos unas cosas?

– Ahora no, Daniela. Están mis padres ahí abajo, pueden escu... – No me deja terminar de hablar y me besa desesperadamente. No puedo concentrarme. Me dejo llevar por el momento y así tuvimos sexo una vez más.

Creo que mis padres no alcanzaron a escuchar.

Por suerte.

Mi Búsqueda DesesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora