Sobre una visita y un nuevo sentimiento

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Después de aquello Miguel volvió a su departamento bastante confundido. No podía ser que Captain se hubiera quedado un momento más solo para mirarle a él, y sin embargo no podía encontrar otra explicación para lo que había ocurrido esa noche. ¿Sería posible que él conociera a Captain? Es decir, el verdadero, alguien real con quien alguna vez hubiese podido hablar o interactuar. O tal vez estaba sobre pensando en ello y había sido todo una mera casualidad... si, tal vez solo sería eso...

Aún aturdido, cogió la guitarra de su habitación y protegido del frío de otoño con un simple abrigo, subió a la azotea del edificio. No llevaba libreta en mano, porque no tenía planeado trabajar esa noche en la canción. Necesitaba un descanso, graciosamente, de lo que se suponía se trataba de su descanso en primer lugar. No quería pensar en problemas ni en chicos genios huraños que no veía en días, solo quería sentarse ahí y soñar. Dejarse envolver nuevamente por el hechizo que representaba el superhéroe y lo dejaba respirar lejos de la realidad.

Se sentó con la espalda recargada en la barandilla de concreto y, mirando hacia las estrellas, se puso a tocar su guitarra. Empezó rasgando acordes sin sentido alguno, hasta que encontró su dirección y la melodía de "Morí" de Tranzas se coló en sus oídos. Su voz inició un poco rasposa, a causa de haberse saltado el calentamiento, pero pronto encontró también su rumbo y se dejó llevar, cerrando los ojos y cantando casi en un susurro.

Una ráfaga de viento helado se coló desde su espalda y, antes de que pudiera darse cuenta, un sonidito vibrante le interrumpió. Una figura de traje rojo apareció en su campo de visión, sobrevolando sobre el techo de su edificio. No había advertido de su presencia a causa de que se había sentado a espaldas de la pequeña pared de la azotea, pero ahora que podía verle creyó haberse quedado dormido y estar en el medio de un sueño. Le siguió fielmente con la mirada mientras este planeaba por encima de su cabeza, antes de decidirse a bajar.

Captain bajó de la espalda de su compañero y se quedó en pie frente a él, mientras el robot se alejaba de ellos, cayendo en picada y volviendo a emprender el vuelo antes de tocar el suelo. El Rivera se puso en pie solo para quedarse parado ahí, hipnotizado con la imagen del chico que parecía sacado de una novela grafica. Se sentía como si todo fuera parte de aun de su imaginación.

Ahí se quedaron, de pie el uno frente al otro sin decir palabra durante largos minutos. Ninguno de los dos sabía qué decir. El recién llegado ni siquiera sabía por qué estaba ahí en primer lugar, pero el impulso le había ganado y ahora ya no había vuelta atrás. En cambio Miguel se sentía como si estuviera frente a su ídolo y las palabras se le habían atorado en la garganta.

Al final, fue él quien terminó por hablar primero, tartamudeando y con las manos hundidas en los bolsillos mientras intentaba no salir corriendo a zarandear al pobre muchacho y lanzarle un centenar de preguntas. −¿Larga noche hoy, eh?

No se le ocurrió nada mejor que decir, aun si sentía que solo estaba diciendo tonterías. El otro pareció asentir y el silencio volvió a invadirlos. Era incómodo y Miguel se preguntó qué es lo que había llevado al contrario hasta ahí. Tenía tantas preguntas y no sabía por dónde comenzar, o si podía comenzar siquiera.

−No deberías acercarte a lugares peligrosos de nuevo− La voz casi robótica del otro salió por fin −Pudiste haber sufrido un accidente.

Miguel dejó escapar una risilla −¿Volaste hasta aquí para decir eso?

Captain se removió en su lugar, pareció incómodo y eso divirtió un poco a Miguel. Estaba tan intrigado sobre él y cada vez más estaba alejando al chico de esa parte de su cerebro que lo había encerrado en la ficción y la -casi- idolatría.

Sobre dos amores ⟨Higuel⟩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora