El 31 amaneció gélido. Los dedos se le entumecían a Miguel contra la guitarra, pero no había parado de tocarla desde que amaneciera, porque los nervios y el ansia habían vuelto. Después de aquel único mensaje -y de la correspondiente respuesta afirmativa del mexicano-, Hiro y él no habían vuelto a estar en contacto.
Hoy volvía. Miguel no sabía a qué hora ni como, pero la simple promesa de ver al chico después de aquella tortuosa semana le estaba quemando las entrañas con la expectación. El "Lo lamento" y el "Prometo que hablaremos" de su mensaje le tenían algo alicaído. No quería pensar en que Hiro estuviera arrepentido por haberlo besado, porque no quería que el chico se arrepintiera.
Aquellos días comenzó a pensar que tal vez solo había sido todo un accidente. Un roce torpe mientras el chico intentaba decir buenas noches. Pero la suave presión y caricia de los labios ajenos no habían sido parte de su imaginación, de eso estaba bastante seguro, no podía negárselo a sí mismo.
Leo y Riley se habían pasado los días en el café, que había abierto solo el día 29 y 30 en la mañana y Cass lo había cerrado los otros días, para tenerlos a ellos discutiendo sobre qué clase de fiesta iban a hacer para año nuevo. Cass decidió abrirla al público y ellos no fueron quienes para negarle nada. Se veía entusiasmada y la carga extra de trabajo no parecía importarle. Sin embargo, Miguel aun podía verla triste de repente cuando tomaban chocolate después de haber estado trabajando durante horas o revisando ansiosamente el teléfono cada que tenía un minuto de descanso.
No le había dicho a ninguno lo que había pasado con Hiro, ni siquiera a su prima -a quien le había costado quitarse de encima porque la chica no paraba de preguntar sobre su falta de comunicación y su semblante nostálgico cada que hacían una video llamada- porque no quería traicionar la confianza de este antes de que ellos dos hablaran y decidieran algo en conjunto.
La fiesta comenzó por la tarde, cerca de las siete, y Cass llamó a su sobrino repetidas veces antes de esta, rindiéndose más tarde y poniéndose a atender a la gente que llegaba entusiasmada con los bocadillos y las bebidas temáticas que habían preparado para la ocasión. Casi no había familias, solo turistas y parejas sin hijos, y Miguel se preguntó si todos ellos no tendrían un mejor lugar a donde ir.
−¿Ya probaste el ponche?− Riley se acercó, llevando dos vasos decorados con brillantina plateada en las manos. No esperó a que el chico le contestara, simplemente le tendió uno y esperó a que el muchacho bebiera. −He perdido a Leo en la mesa ping-pong, esto ya parece una fiesta universitaria.
Miguel rió −No digas eso, no han ofrecido nada de alcohol.
Riley rodó los ojos, una sonrisa burlona apareció después −No que tú sepas.
La música estaba fuerte y la gente bailaba en el pequeño espacio en el que habían dejado libre de mesas. Nadie parecía ebrio, lo cual alivió al mexicano, pero se dio cuenta de que efectivamente, parecía una fiesta universitaria, cuando toda la gente del lugar estaba entre los 20 y los 30. Él, al igual que su jefa, miraba constantemente hacia el reloj y a su teléfono, lo cual preocupaba siempre a sus amigos. »−Ven, vamos a bailar− Le llamó, cuando Miguel sacó el celular de su bolsillo por tercera vez en el tiempo que llevaban apartados cerca de la barra.
No pudo decir que no, porque simplemente Riley no lo dejaría. Bailaron una canción alegre y que todo mundo gritaba. Riley no parecía de las personas que bailaba, pero no se quejó nunca y hasta parecía que lo disfrutaba. Al poco rato se les unió Leo y entre los tres bailaron desordenadamente entre risas y abucheos, mientras saltaban, giraban o hacían movimientos raros con las manos -especialmente San Juan-.
Cuando la música paró de repente, Miguel se dio cuenta de que había perdido por completo la noción del tiempo. Cass se paró al frente con un micrófono y anunció que pronto daría la media noche. La gente vitoreó, mientras aplaudía y reía emocionada, las parejas se buscaron y los amigos fueron por tragos. Miguel se acercó a la mujer, Leo y Riley dejándoles su espacio. −Fue una buena fiesta.
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Sobre dos amores ⟨Higuel⟩
Fiksi Penggemar«Miguel ve en Hiro Hamada a un genio testarudo, huraño, solitario; una caja de secretos hermética que lo intriga a cada minuto que pasan juntos. Quiere descubrirlo todo de él, hundirse en el nuevo universo que es el muchacho de tez blanca y rasgos d...