🥊CAPÍTULO 7 🥊

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KEISHA

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KEISHA

He pasado por situaciones surrealistas e incómodas en mis veintitrés años más veces de las que podría contar con los dedos de ambas manos. Pero realmente creo no exagerar cuando digo que ninguna está al nivel de la de ayer.

En serio.

Ya no es por lo que pasó con esa chica, Evangeline, pues es perfectamente normal que una chica de su edad se alarme si le viene su primer período en horario escolar. Aunque no debió escaparse así del colegio, pero me explicó que le entró el pánico al pensar en qué diría su madre si era el hazmerreír de sus compañeros en clase y actuó por impulso.

Lo primero que pensé yo es que esa madre deja mucho que desear si le importa más su estúpida reputación que el hecho de que avergüencen a su hija y que en ese colegio haya gente tan irresponsable como para que se escape una menor así como así.

La ayudé. Joder, claro que la ayudé.

Tan solo la conocía de vista, aunque de su madre he oído hablar mucho y nada bueno, pero sinceramente a mí las habladurías de la gente me traen sin cuidado. No presto oídos a esas tonterías. Soy la menos indicada para criticar a nadie.

Y aquí vamos a lo más extraño. Sí, hablaba del comportamiento de Trenton. En serio, no suelo entender a los tíos, pero él lo lleva todo a un extremo difícil de superar.

Aún no sé a qué venía ese arrebato suyo de arrastrarme hacia el área de los condones, por favor.

Por no hablar de lo pálido que se puso cuando vio a la chica. Supongo que la situación le resultaría violenta, pero el instinto me dice que hay algo más. No solo por la manera en que ambos se miraron – como cuando compartes un secreto incómodo con alguien – sino por lo nerviosa que se puso ella cuando le pregunté si lo conocía.

No pudo responderme porque en ese momento la empleada del supermercado acudió a ayudarnos y ya no alcanzamos a hablar a solas. Trenton y yo la acercamos a su casa, que aseguró estaba vacía porque su madre estaba fuera. No dijo dónde.

Me dio tanta pena verla así, con su cuerpecito delgado y enclenque y ese pelo rubio hasta media espalda, bajando del coche con una sonrisa tímida y murmurando un "gracias" casi inaudible mientras se colgaba la mochila al hombro y entraba en casa, no sin antes echarnos una fugaz ojeada de reojo...que no pude evitar salir tras ella y darle mi número de teléfono por si necesitaba cualquier cosa.

Trenton no me siguió. Se quedó rígido en su lugar, junto al volante, con los nudillos aferrándolo con tanta fuerza que temí que lo sacara del sitio. Ni siquiera sé por qué lo dejé conducir a mi pequeño.

El caso es que algo en su expresión me advirtió que era mejor mantenerme callada y pasamos el resto del trayecto hasta la cabaña en un silencio sepulcral. Al llegar, me ayudó a colocar la compra con una meticulosidad excesiva para ser genuina y lo único que me dijo, antes de encerrarse en su cuarto, fue:

Trenton: Peligrosa adicción ✔ COMPLETA ©️ EN FÍSICO CON MATCHSTORIES EDITORIAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora