6. ¿Qué es lo que más deseas?

1.2K 108 25
                                    


Las cosas a partir de entonces se habían vuelto extrañas. Donde antes habían miradas desafiantes y ánimos encendidos para una disputa, ahora sólo había silencio y nada más. Si se encontraba con el demonio en algún pasillo o durante la cena, sólo lo miraba un segundo y seguía con sus asuntos. No tenía energías para regresar a las disputas, aquel encuentro con Kohaku la había drenado por completo y necesitaba tiempo para organizar sus ideas.

Cada vez que veía al señor Sesshomaru no podía evitar escuchar de nuevo las verdades que su amigo le había dicho ese día. De cómo ella sólo era una humana y no podía vivir a la par de él. De niña eso no le había importado realmente. Siendo joven e ingenua cualquier cosa mala puede pasar de largo al creer lo mucho que falta para alcanzarla. Pero ahora era casi una adulta, ya estaba por cumplir los diecisiete, y aunque las ansias de seguir con ese modo de vida continuaban, no podía evitar darle un nuevo enfoque.

Claro, era joven ahora y lo sería por varios años más. Pero después de eso, ¿qué? ¿Cuando envejeciera, perdiera la capacidad de caminar, de ver, de moverse, qué sería de ella? No podría seguirlo más, no podría hacer nada. No tendría nada. Él seguiría viviendo, conquistando y batallando durante años y años, mientras ella se marchitaba lentamente y se quedaba cada vez más atrás.

Su tiempo era muy limitado y se le iría de las manos en cualquier momento.

Justo como habían transcurrido esos dos años desde su regreso, ni siquiera los había notado. Y cuando llegara el momento de darse cuenta de sus arrugas, pelo canoso y huesos frágiles, ya sería muy tarde como para comenzar una nueva vida.

A menudo pensaba que lo mejor sería abandonar sus ideales. Tal vez lo más sensato era vivir una vida normal y promedio con los de su misma especie, tener una familia, nietos y morir cuando su tiempo llegara rodeada de todos ellos. ¿Qué clase de futuro podría esperar si continuaba el camino que ya había elegido de pequeña?

Lo más razonable sería retirarse cuando aún tenía tiempo. Siempre podía volver a la aldea de la anciana Kaede, ¿no? Ese era un buen sitio, con buenas personas que siempre le dieron una calurosa bienvenida y la hicieron sentir en casa.

Pero no tan en casa como lo hacía Sesshomaru. Él era su hogar desde que tenía uso de razón, desde ese momento que desinteresadamente intentó cuidarlo al encontrarlo tan herido y desde que posterior a eso, había tomado la importante decisión de seguir sus pasos adonde fuera que él la llevara.

No sabía qué hacer. La visita de Kohaku no sólo le había apretado el corazón hasta reducirlo a menos de la mitad, también le había dejado un agrio sabor de boca del que aún no se recuperaba.

Rin debía decidir lo correcto, y esta vez para siempre. Porque a diferencia del demonio blanco, ella no contaba con tiempo ilimitado.

...

Los días después de aquel encuentro con Kohaku transcurrieron lentamente, casi como si lo hicieran apropósito para alargar su malestar. Eso más el hecho de estar en plena mitad de un caluroso verano no era muy alentador que digamos.

Pero también había buenas noticias. Nagisa ya se había recuperado casi por completo, pero tenía terminantemente prohibido salir de la aldea para no someterse a nada que pudiera agitarla y comprometer su sanación. Rin la había ido a visitar otro par de veces pasando olímpicamente de las advertencias que Sesshomaru le había hecho, y aún a pesar de eso, nunca escuchó ninguna represalia de su parte. Los demás niños casi no subían al castillo como medida solidaria para no dejarla sola, así que para la más pequeña del grupo las cosas no le estaban yendo nada mal.

Nitori tenía de vuelta a su marido, a quien Rin apenas había podido conocer por el plazo de unos pocos días de su llegada antes de que fuera mandado a una larga misión. Ahora la pareja pasaba gran parte del día juntos, era normal verlos caminando lado a lado en los pasillos sumidos en una amena conversación de la que casi nadie podía distraerlos. Como consecuencia, Rin les había otorgado todo el espacio que ellos necesitaban, quedándose ella por fuera. Pero no era tan malo. Chiyo siempre le daba compañía cada vez que podía y Rin, como muestra de gratitud, se daba a la tarea de ayudarla en la cocina para suplir a la madre de Nagisa, que se tomaba varios días libres para cuidar de su hija.

Field of FirefliesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora