Capítulo 16. Oscura Danza.

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..."El amor es un descalabro, un laberinto, una mentira piadosa, una cerradura sin llave. No se vende en farmacias y siempre deja cicatriz"... Joaquín Sabina.

El esfuerzo por la danza... ¡el culo!, reflexionó Khalid. Cayetana era una mujer fuerte y en perfecta forma física, corría diez kilómetros diarios y se mantenía activa todo el tiempo. No lo que molestaba a la joven, no tenía nada que ver con haber bailado. Fue tras ella, la esperaría fuera del pasillo de los lavabos y Cayetana le diría sí o sí lo que demonios le ocurría.

Al ver que la joven tropezaba con un camarero, Khalid se abrió paso a empujones con la intención de llegar a ella. Airados reclamos proferidos por un colérico hombre lo pusieron en alerta; ocurrió que el camarero con el cual tropezó Cayetana había perdido el equilibrio y terminó cayendo de bruces contra un cliente. El iracundo sujeto levantó su puño con la intención de descargar su frustración contra el ojo de aquel muchacho.

Sin detenerse a pensar en nada, Khalid encerró con su mano el infame puño de ese tipo y jalándole el brazo hacía su propia espalda, tiró de él hacía arriba con fuerza. El hombre gruñó sorprendido cuando Khalid lo inmovilizó por el cuello. Al-Ghurair no soportaba el abuso en ninguna de sus formas y no iba a permitir que ese sujeto se aprovechara de aquel mozo en modo alguno.

—El chico tropezó contigo por accidente, si prometes calmarte te soltaré.

Con una señal de su cabeza ordenó al muchacho que se fuera de allí y este salió por pies sin pensárselo.

—¿Puedo soltarte ahora? —preguntó de nuevo al hombre que mantenía amagado.

Este volvió a gruñir y a retorcerse. Khalid le permitió soltarse y cuando se volvió hacia él, ambos quedaron sorprendidos al reconocerse.

—Omar, necesitas aprender a controlarte o un día te meterás en serios problemas —señaló Khalid, burlón.

Al-Yassin se acomodó la ropa y le dedicó una insolente mirada mientras se mesaba el cabello.

—Tú... Te crees muy listo y a mí me consideras un imbécil, pero ¿sabes? Yo no ando por la vida fingiendo ser un santo.

—No tengo idea de lo que estás diciendo —expresó con un tono comedido.

Conocía a Omar, poseía un ego legendario y Khalid se preparaba para jugar con él.

—Estoy hablando de tus obligaciones —señaló con una irritante sonrisita que consiguió chirriar en los nervios de Khalid y sus labios se contrajeron en un frío gruñido.

—Ningún contrato ha sido firmado aún —replicó Al-Ghurair dando un paso hacia adelante.

Aquel tenso intercambio entre ellos había llamado la atención, Kamal estaba a su lado en posición de ataque, a la espera. Algunos curiosos habían ido formando un cerrado círculo alrededor y bastaría solo una chispa para que el barril de pólvora que era la relación entre Khalid y Omar, estallara.

—¿Tu honorabilidad solo la respalda una firma? —preguntó Al-Yassin con un resoplido.

—Mide tus palabras —advirtió Khalid apretando los dientes.

—¡Khalid! —lo llamó Cayetana posando su suave mano en su hombro. Maldición. Ella se acaba de convertir en el elemento imprevisible. Se volvió apenas un poco por sobre su hombro y chocó con su mirada. Esos azules ojos que lo cautivaban le miraban afligida.

—Que bonito juguete tienes Khalid...

Las manos de Khalid temblaron de furia, ¡Tayb Allah! Ese imbécil debía haberse quedado callado. Al-Ghurair podía sentir el gruñido que crecía en su pecho.

Vísteme con tu Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora