Capítulo 19. Hasta la Raíz.

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..."Se enamoró como se enamoran las mujeres inteligentes, como una idiota"... Ángeles Mastreta.

Días después...

Cayetana había acudido a una exclusiva boutique para elegir el vestido que luciría para Khalid, siendo la anfitriona de la cena que ofrecerían a los americanos. Madame Dubois, una enérgica francesa de mediana edad, que la atendía a ella en exclusiva le presentaba una pre-selección que incluía lo más exclusivo de esa temporada.

Magnifique —aprobó la mujer el diseño de Ellie Saab que la joven había elegido—. Acompáñeme al probador y veremos si necesita algún ajuste.

Minutos después, la joven mexicana estaba dentro de una de las más exquisitas obras del diseñador pakistaníe. La seda borgoña y el sublime bordado de los cristales materializaban la fantasía de Las Mil y Una Noches.

Cayetana seguía las manos de la mujer mientras alisaba la larga y pulcra raya de la falda a la altura de las caderas y la cintura. Y conforme se observaba en el reflejo del cristal solo podía pensar en Al-Ghurair.

—Él quedará fascinado, mademoiselle —murmuró la mujer con satisfacción y orgullo.

—Estoy segura —asintió Caye. Apenas podía esperar a ver la expresión de Khalid cuando vislumbrara aquel trabajo tan bello que fusionaba la sensualidad arábiga con la alta costura.

Lo que ambos compartían tomaba mayor fuerza cada vez, y Cayetana comenzaba a sentirse segura, a ser feliz como no lo había sido desde hacía mucho.

Ella era su pareja en cocteles empresariales, conciertos, el teatro, la ópera y exposiciones de pintura. Seguían sin poner etiquetas a su relación, pero era obvio que sostenían algo exclusivo. Y pese a que no olvidaba que debido a su posición y cultura algún día debería ocuparse de las obligaciones morales que los separarían; Cayetana  vivía cada día a su lado como el obsequio más grande que la vida le hubiera conferido. Incluso se atrevía a pensar que ella lo hacía feliz.

Se había enterado por, Oliver Reid, que cierto día, en plena reunión de accionistas, Al-Ghurair había largado una sonora carcajada sin ninguna aparente razón. Y enseguida, para diversión del propio Reid, había votado la moción equivocada, y había debido disculparse ante la junta y cambiar su voto.

«Me tienes hecho un imbécil» había aceptado risueño mientras soportaba que Reid y Kamal le tomaran el pelo frente a ella. Cayetana había debido reconocer para sí misma, que conforme más tiempo pasaban juntos la precaución que habían tenido en un principio se había ido diluyendo y se habían convertido en muy buenos amigos.

Cuando la modista terminó de colocar alfileres en varias zonas del vestido, Cayetana volvió al vestidor y con extremo cuidado se quitó la prenda. Recuperó el fresco vestido de lino en color menta con el que había salido ese día de casa y después de meterse dentro de este, estaba lista para enfrentar sin complejidades los recados aún tenía por delante.

Al salir de la boutique se encontró con Emre, el chofer que Khalid le había asignado para que la acompañase a cualquier lugar que deseara ir. Le entregó en mano unas bolsas de compras y siguieron rumbo a la escalera eléctrica para recoger el auto.

La joven echó una ojeada por casualidad al abarrotado centro comercial, y descubrió a Omar Al-Yassin recargado en una columna, mirándola fijamente. Con la sensación de estar siendo acechada como presa, Cayetana notó que un escalofrío descendía por su columna cuando cayó en cuenta de que había estado todo ese rato vigilándola a través de las cristaleras de la tienda.

Vísteme con tu Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora