Es hora.

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(...)

—¿Qué vamos a hacer? —.

Pregunté ansiosa mientras observaba el paisaje que nos rodeaba a través de ese ventanal extravagante.

Él estaba a mis espaldas, pero, suponía que se encontraba con aquella mirada seria que tanto lo caracterizaba.

Me doy la vuelta para verlo de frente. Estaba sentado en su escritorio con el entrecejo fruncido, se notaba a grandes rasgos que se encontraba decidido, aun así, ambos emanábamos un aura de preocupación que se intensifica a con el pasar de los segundos:

—La creación se está corrompiendo cada vez más...a este paso, sabes cómo concluirá todo—.

Reveló él sin rodeos y conociéndolo, eso significaba que había decidido lo que no era muy difícil de adivinar. Se levanta y se posiciona a mi lado para apreciar también la vista de la cual, yo era testigo.

Suspira, seguro está pensando en lo que estaba destinado en pasar:

—Es hora—.

Ecos de una historia jamás contada. Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora