Perturbadoramente familiar

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Necesitamos defendernos con algo, es la única manera de salir de este lugar con vida. Por lo menos tenemos la ventaja de que esa cosa siga aturdida por el golpe que le di con el extintor.

Mis piernas se encuentran algo adoloridas, pero, no voy a dejar de correr. Observo como Aiden me sostenía con fuerza de la mano y como mi mano manchada de sangre dejaba unas huellas rojas en la mano de él. Observo como se dirige al baño:

—¡No vayamos al baño, nos acorralaran! —.

Aconsejo un tanto desesperada, debo admitir que era una inteligente suposición.

Aiden de repente deja de correr, parecía estar tratando de pensar hacia donde iríamos.

Nuestras respiraciones se encontraban aceleradas debido al cansancio:

—Creo que...debemos ir a donde confiscan los objetos punzantes. Puede haber algo allí que nos ayude a defendernos—.

Buscaba de manera rápida aquel lugar. Parecía estar seguro, pero debe estar claramente igual que yo, muy asustado por dentro.

(Aiden)

Espero que estén a salvo...Suho...Hyun por favor, sobrevivan.

Noto como mi mano es apretada por la chica, parecía estar temblando. Se podía escuchar como algo oxidado se arrastraba contra el suelo.

Mierda.

Vuelvo a correr con ella a mi lado, agarrando fuerte su mano. Estaba tratando de encontrar aquel lugar de objetos confiscados, que, por suerte, no estaba tan lejos.

Al llegar, ella se me adelanta ante ese sector, que era una especie de mueble de cristal:

—Deja que yo busque. Tu vigila por si acerca esa cosa—.

Me ordena para luego empezar a buscar con apuro. Yo solo opto por cubrir la zona.

Esto no es nada parecido a la serie de zombies en la que actúe por primera vez. Es mucho más crudo el sentimiento y este crece más, cuando unos momentos después, logro distinguir a esa cosa caminando con dificultad, cerca de donde estábamos:

—Ahí se acerca...—.

Le susurre a la chica para tratar de apurar su búsqueda, que resulto bien ya que, me acerco una navaja, un gas pimienta y un sacacorchos.

Le dedico por un momento una mirada ya que, ella parecía no moverse:

—¿Qué suced? —

Noto como cerca de nosotros se encontraba en el suelo, el cuerpo de un policía o un guardia de seguridad del aeropuerto.

Tenía demasiada sangre en el pecho y su brazo...suelto a su lado.

Dios...le habían cortado el brazo.

En su cinturón había una revolver y otra arma, pero de electricidad. Ella los toma, tratando de no ver la cara del hombre aniquilado.

Debe estar muy desconcertada, pero, se mantiene firme. Escucho pasos cercanos que se dirigían hacia nosotros:

—¡Vamos! —.

Exclame un tanto fuerte debido a la desesperación para así, volver a correr y encontrar una salida, juntos:

—¿Sabes...disparar? —.

Escucho como ella me pregunta con dificultad debido a su respiración entrecortada:

—Si. Una vez tuve un papel de un mafioso, y tuve que aprender a disparar...solo lo básico—.

Y sin más, me ofrece el revolver. Parecía ser una semiautomática.

Creo que poder manejarme con ella:

—¿Y tú? —.

Obviamente la iba a proteger, pero tengo miedo de que, si en un momento por algo inesperado, se llegue a encontrar sola, no tenga con que defenderse. Aunque claramente sabe pelear, no puedo olvidar la imagen de ella rompiendo la cabeza de esa cosa con un extintor.

Se da la vuelta y no había nadie atrás nuestro. Deja de correr nuevamente y me muestra la navaja y el arma de electricidad.

Cierto, había encontrado eso también.

—Supongo que para mantenerlos ocupados alcaa...—.

Ella deja de hablar y de caminar al ver a nuestro alrededor.

Había bastantes cuerpos masacrados, de distintas formas, pero todas eran igual de perturbadoras.

Ambos nos encontrábamos en shock, a ella le agarran arcadas a causa del asco y el pánico, pero las contuvo, no había tiempo para vomitar.

Hay demasiada sangre...hay demasiada muerte. Esto...me es perturbadoramente familiar, pero, no logro entender el porqué.

Noto como ella aprieta mi brazo y la veo a los ojos. Los tenía un poco rojos, parecía estar a punto de llorar:

—... ¿Qué vamos a hacer? —.

Susurra con la voz un poco entrecortada y baja la vista. Me siento tan...inútil de no saber que responderle, de que este así. Algo muy dentro mío, odia verla llorar.

¿Qué digo? No la conozco:

—Yo...—.

No logro decirle aquello que ni siquiera sé, debido a que vuelvo a distinguir la figura de ese soldado con cara desfigurada acercándose hacia nosotros.

Ya no hay donde huir, parece ser que siempre nos encontrara:

—Primero, ocuparnos de él—.

Ella inhala un poco de aire al ver al mismo que golpeo con el extintor, ahora que lo veo mejor, parece que le reventó el ojo izquierdo.

Tenemos una ventaja, se encuentra medio ciego. Y sin pensarlo, apunto con el arma hacia aquella cosa.

Suspiro y disparo sin más. La bala rebota del cuerpo de esa cosa por la armadura que traía.

Un escalofrió empieza a recorrer mi cuerpo. Y vuelvo a apuntarle, pero:

—Cuando te digo, disparas—.

Escuché decir a esa chica, no pude llegar a responder algo porque sin más, ella empieza a correr en dirección hacia él.

Ecos de una historia jamás contada. Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora