Expresar todos mis miedos y deseos

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Okay. Realmente, no sirvo para expresarme.

Ni siquiera pude darle tantas explicaciones a mi hermana, tan así que terminé llorando en mi habitación por horas, en compañía de Dalia que había entrada hace varios minutos atrás.

Odio ver llorar a Lyla por lo que me pasó, supongo que es inevitable sentirse así de mal cuando a tu hermana menor la viven acosando constantemente. Pero, ella no lo entiende. Ella quiere hacer algo para evitarlo.

Y si lo hiciera, estaría en peligro. No sé porque mierda tuvo que saberlo. Ellas no lo entienden.

No puedo culparla. Se preocupan por mí.

Estoy tan enojada conmigo:

—¡Me detesto! —.

Exclamo para luego cubrir mi rostro con la almohada y reprimir mis gritos de frustración.

Siento a Dalia en mi mano. Lo que me hace levantarme y observarla:

—¿Por qué es tan complicado? —.

Volvieron a mi memoria, sus palabras expresadas con rabia.

—No puedes imaginar como me estoy reprimiendo para no ir yo misma a romper su cara de mal nacido.

—¡Ya ha pasado a mayores desde la primera vez que te puso un dedo encima en contra de tu voluntad...por favor, acepto que finjas ser fuerte para protegernos, pero no voy a permitir que minimices esto! Hay que hacer algo, no puedo seguir viendo como sufres cada vez más—.

Sollozo al recordar su rostro, tan enfurecido, pero a la vez, dolido. Tiene razón, tiene que haber algo que hacer.

Empiezo a escuchar cómo me llamaban a mi celular, al ver quien era, respiro profundamente.

No quería que se dé cuenta que estaba mal:

—Hola papá—.

Lo saludo como si nada pasara. Con cuatro meses haciéndolo, ya sabía cómo fingir estar bien en frente de él y de mi madre:

—¿Cómo estas, hija? —.

Su tono era tranquilo, pero, eso no evito que se formara un nudo en mi garganta, impidiéndome el habla.

No llores. No llores. No...llores.

Se me escapa un sollozo.

Mierda:

—¿Mei...estas bien? —.

Ahora su tono era de preocupación. Tomo un poco de aire:

—Si, solo que estoy un poco cansada. Fue bastante exigente la universidad hoy—.

Mentí y respondí con toda la tranquilidad posible:

—Está bien, solo quería hablar contigo. Hoy estuve hablando con tu hermana y me dijo que mañana debes ir al aeropuerto por algo de la universidad—.

—Si...es para recibir al nuevo alumno y eso. Nada del otro mundo, solo formalidades de la universidad—.

Siento que estoy siendo demasiado cortante:

—¿Quieres que te lleve al aeropuerto? En el auto estamos como a 30 minutos de distancia...ademas me entere que encontraron a una chica muerta...es mejor que te lleve—.

Me congele por completo al oírlo mencionar a Wendy:

—Si....además yo...no tenía muchas ganas de ir con mis compañeros, sería bastante estresante el viaje con todos gritando y eso—.

Trate de disimular lo máximo posible mi miedo:

—Está bien, mañana envíame un mensaje para que te vaya a buscar a tu casa. Nos vemos después hija—.

—Adiós—.

Y corto la llamada.

Solo me levante de mi cama yendo directo hacia la puerta, no sin antes ver a Dalia quien desplegaba sus alas y se dirigía a la ventana abierta para emprender vuelo hacia el paisaje nocturno.

Toque la puerta de su habitación y en unos cuantos segundos, la abrió y sin duda, la abrace con fuerza. Sentía que, en ese momento, podía expresar todos mis miedos y deseos:

—Tengo mucho miedo...estoy harta de sentirme así. Siento que hice todo mal y por eso me está pasando esto. Me siento mal porque una parte de mí, quiere recuperar a su amigo sabiendo que es imposible. Lo odio mucho...quiero ser fuerte, pero, no quiero que alguno de ustedes termine como Wendy—.

Ella suspira:

—Me entere de lo que le paso a tu amiga también...—

Llore con todas mis fuerzas mientras mi hermana me consolaba entre sus brazos:

—...No llegamos a serlo, pero me apena que ella también haya estado sola y terminase así...no quiero que nada malo pase ya. Me quiero ir de este lugar, quiere que nos vayamos—.

Lyla acariciaba mi espalda

—Tu no hiciste nada malo...Dylan es quien arruino todo y no estas mal por extrañarlo, yo aun sigo sin creer que el niño dulce que siempre venía a visitarnos se haya convertido en alguien así...pero, tenemos que ser realistas. La gente cambia y nosotras vamos a encontrar una solución, pero por favor, no sufras más sol—.

Y sin previo aviso, la oscuridad me invadió y mis sentidos se apagaron uno a uno para luego, sentir como Lyla me sostenía para que mi cuerpo no cayera al frio suelo.


Ecos de una historia jamás contada. Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora