03 - Abuela

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Lilian Ledesma se miró en el espejo y se tocó el cabello de las sienes.


— No está mal para tener setenta y nueve — le susurró a su reflejo —. Y para haber tenido una hija a los dieciocho y una nieta a los casi treinta y nueve.


Le echó un vistazo al reloj que había sobre la repisa de la chimenea. Eran exactamente las 7 de la noche, dio un sorbo de Martini y meneó la cabeza.


— Niña idiota... Como me llame con alguna excusa barata... — En ese momento sonó el timbre de la puerta y Lilian exclamó —: ¡Está abierta!


La morena entró con gesto ceñudo. — Por amor de Dios, abuela. Tienes que cerrar la puerta.


— Vivo en un buen vecindario. Además, tengo una pistola — rió.


Se dio cuenta de que su nieta ni siquiera sonreía, sino que se fue a la sala de estar y se dejó caer en el sofá. — ¿Qué pasa? — le preguntó —. Has hecho algo malo, ¿verdad?


— No, no he hecho nada malo — replicó y observó la copa de Martini —. ¿Hay para mí?


— Hay para cuatro más — aseguró —. Y por la cara que traes, los necesitas.


Amelia fue al minibar, se sirvió un Martini y le añadió varias aceitunas. Lilian no abrió la boca y se limitó a estudiar detenidamente a su nieta, que tomó asiento de nuevo en el sofá, dio un largo sorbo de Martini y dejó escapar un profundo suspiro.


— Me parece que vamos a cenar en casa — afirmó en tono neutro —. No te veo de humor para el Charlie Trotter's.


Se quitó los zapatos, cogió su copa y echó a andar pasillo abajo.


— Ven conmigo — la llamó por encima del hombro —. Y trae la coctelera.


— No es necesario que hagas la cena — se apresuró a asegurar, mientras la seguía con la coctelera en la mano.


— No la voy a hacer yo, sino tú — le respondió la abuela, sentándose a la mesa de la cocina —. María acaba de ir a comprar, así que la nevera está llena, siéntete libre — la animó.


Dicho lo cual, alzó la copa y dio un trago.


— Abuela, no sé cocinar.


— ¿Aún no has aprendido? ¿Cómo diablos vas a encontrar pareja si no sabes poner agua a hervir? Siéntate — ordenó.


Se sentó y dio un trago de Martini. Mientras tanto, Lilian se levantó y fue a hurgar en la nevera.


— ¿Qué te apetece? — preguntó, asomando la cabeza un segundo desde el interior de la nevera.

Luimelia Vientos Celestiales - IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora