22 - Vientos celestiales

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Luisita y Amelia solían contemplar a María Clara mientras dormía. Tenía ya casi tres semanas y tanto ella como Luisita se estaban acostumbrando a la rutina.


Habían trasladado la cuna a su habitación, porque una de las tomas era en mitad de la noche. Cuando se despertaba, Amelia se levantaba a cogerla y se la llevaba a Luisita.


— Amor, quédate ahí porque quiero sacarme una foto de las dos, es que tú con nuestras hijas son tan monas juntas.



Amelia sonrió y Luisita tomo la foto. 


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— Tomala cariño, que esta buscando por mis tetas la pobrecita.


— Tiene hambre mi vida — le susurró Luisita, y le besó la cabecita mientras la bebé mamába ávidamente.


Amelia se tumbó de lado para mirarlas. 


— Eres una mujer y una madre maravillosa, cariño. Te quiero muchísimo — murmuró, le dio un beso en la frente, aunque tardó un poco en despegar los labios de su piel.


— Tú también lo eres, amor — suspiró Luisita.


— Estas muy cansada, no?


— Sí, es que han sido tres semanas muy , pero muy largas.


— Lo sé, mi vida — dijo y dejó un besito en la mejilla de la rubia.


— Pues eso.


La morena la miró con ternura y acarició el hombro con cariño, luego acarició la cabeza a María Clara, jugueteando con el remolino de cabellito que tenía en la coronilla.


— Me encanta jugar con su pelito.


Luisita se rió y miró a Amelia sin decir nada.


— ¿Qué, cariño? — le preguntó con una sonrisa


— Es que... me preguntaba si... pues, a ver... me preguntaba. — suspiró


Luimelia Vientos Celestiales - IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora