Rachell
Han pasado ya cinco años desde que mis verdaderos padres me han traído ha casa; estaban escondidos del mal, aunque nosotros somos el mal.
He tratado de llevarme mejor con todos, pero sigo estando sería, no soy capaz de llamarlos como tal, como si fueran mi familia, todavía no puedo, siempre me he dirigido a ellos por sus nombres de pila.
Damian, no se despega de mí, es una maldita sanguijuela. Aunque me ha entrenado mucho mejor que Frances, me ha enseñado a combatir, a manipular mis armas con mi poder; hace poco cree con mis poderes mi propio sello, bastante grande y hermoso, un aro de fuego, a los lados muchos triangulos, continuo cambiando, y como siempre, seguimos encerrados en la nada, estoy tratando de salir de esta dimensión, pero... Sebasthian no lo permite, es más fuerte que yo y no me deja. Aunque él dijo que lo puedo llegar a superar, sí yo misma me entrenó
Debo aprender a controlar muchas cosas sobre mi misma.
No me quejo, hasta ahora me han tratado muy bien, como una más de la familia, solo que esta vez a mi todo me lo hacen: bañarme, vestirme, cepillar, esto de la realeza me sabe a cacho, no me gusta, pero son obligaciones, también es parte de mi entrenó.
Mi cuarto ha cambiado, no deja de ser oscuro pero ante la luz resplandeciente del día en todas las mañanas se ilumina, salgo al balcón y dejó que su suave brisa acaricié mi cabello. Esto me trae paz y he descansado, lo suficiente como para decir que soy capaz de ir y volver, pero...
Tomó el barandal con fuerza, quiero traer a Frances aquí, conmigo.
—Oye.. — me llaman, miro hacia mi tejado, y allí la vi, muy pocas veces nos cruzamos, pero se que ella me mira mucho, vigila mis pasos, siempre está cerca de mi, pero en completo silencio.
Sus cabellos largos se alzan hacia un lado, la fuerte brisa nos indica que.. El invierno viene en camino.—¿Qué haces allí? —le preguntó.
—Te miraba. —responde cómo si nada. Pongo mis ojos en blanco.
—Dime algo que no sepa, siempre lo haces —abre sus ojos con sorpresa, no espera mi respuesta, creo que pensaba que no me daría cuenta. Soy más fuerte que ella, que esperaba.
—Dime, ¿quieres ir al otro mundo verdad? —de un salto llegó hasta donde está ella sentada, siento que se tensa. Me senté a su lado, sin despertar la mirada del cielo.
—Si —frunzo mi ceño.
—¡Yo también quiero ir! — la miró con asombro — ¡Quiero conocer la vida que tuviste lejos de nosotros! — su mirada se pierde en el horizonte nocturno, la miró de reojo, sus ojos verdes brillan como si fueran estrellas, son de la misma tonalidad que los míos, es como verme en un espejo, es que es tan idéntica a mi, paso mi mano por mi cabello y lo oscurezco.
—¡Ahora si!, somos gemelas idénticas —le sonrió, lo bueno de todo esto, es que tengo hermanos, no pensé tener hermanos, algo muy dentro de mi se emociona al mencionar la palabras hermanos, no dejaré que nadie dañe mi nueva familia, a pesar de que mis padres los que me criaron los hallan asesinado, no quiere decir que no sepa querer a mi verdadera familia, ellos me han estado esperando.
Los he escuchado, Marine llora, Sebasthian la consuela, al saber que yo todavía no me suelto con ellos y no es que no quisiera, es que... Todavia no me siento bien al hacerlo.
Pero creo que ya es hora que me comporte como tal.
—Te agrada la manera en cómo vestimos —levantó los hombros, son algo tradicionales, pero no me veo mal, es más, se me ve mucho mejor esta ropa y, es más cómoda y fresca.
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La Maldición ©. (+18)
Bí ẩn / Giật gânUn mundo donde la desdicha siempre fue su hogar, la soledad de sus almas los lleva muchas veces a cometer las barbaries más grandes y desagradables que conlleva ha asumir sus vidas infernales. Una vida que ellos no desean vivirla, el hilo del des...