capitulo 16

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Alek

Ambos me saludan; el hermano de Rachell no muy convencido y mi madre  con una sonrisa, la abrazo por los hombros y salimos hacia el jardín.

Rachell ya estaba entrenando  con  Sume, pero prácticamente  la tenía en el piso tragando césped, como si fuera una  vaca, sonrió de medio lado.

—Rachell es un poco estricta. ¿No? —exclama mi madre. 

—¿Un poco? Algunas veces se pasa con lo estricta —me cruzó de brazos. 

—Como tú, al tomar tal decisión. —esta vez habla Damian 

—No  me arrepiento de nada, mi destino es esa mujer, no lo puedo disolver. Es algo para siempre, así encarnará, la volvería a escoger a ella. —habló con decisión 

—La amas hasta los huesos ¿Verdad?. —me habla con picardía mi madre. 

—Se puede decir.. —seguíamos viendo el entrenó mientras desayuno, al rato ingresó Mari con una bandeja de bocadillos, té y... Tabaco.

Eso es tan normal en la pareja real.

—Así que, Susan está destinada a perder su vida. —cambia el tema mi madre. 

—Escogió su propio destino madre, no puedo hacer nada.

—Qué chica tan testaruda me salió.

—Sé parece a papá. —ambos sonreímos, a pesar de todo lo que papá ha hecho, jamás dejará de ser mi padre y esposo, eso lo sabemos desde un comienzo, al igual que Susan, jamás dejará de ser mi hermana y la hija de Serena, tal vez si ella ve a mamá cambie, aunque lo dudo, Susan siempre estuvo del lado de papá, siempre lo escogió a él sobre todas las cosas, a pesar de saber lo que le hizo a nuestra madre, eso a ella jamás le importo.

—Ouhh... Eso debió doler le —exclama Frances al ver el golpe tan fuerte que le da Rachell a Sume, él se sienta  al lado de nosotros, mi madre le sonríe al  igual que él. Que modo de saludo. — ¡Ro, se más tierna con la chica, ella no tiene la culpa! —Rachell le saca el dedo de en medio. Ella debe seguir enojada con su amigo —¡Quién entiende a las mujeres! —suspira —Señora Serena, usted tiene unas hijas muy rudas, la felicito. 

Le doy un fuerte golpe en la cabeza a Frances —No seas irrespetuoso, Frances — mi madre ríe a carcajadas. 

—Creo que así somos todas —mi madre señala a su alteza, quien le da un fuerte golpe en la cabeza al rey  Sebasthian, quien no deja de sonreír mientras le crece un gran chichón  en su cabeza. 

Ah Frances y a mi nos sale una enorme gota, reímos nerviosos — No lo dudamos —finalizamos al mismo tiempo. 

Al rato, Rachell pasa por nuestro lado con el ceño fruncido, nos mira a los dos de reojo para después gruñir, si seguía enfadada. 

—¡HE VUELTO FAMILIA! — gritan desde la entrada del jardín, Rachell para su andar y ladea su cabeza hacia un lado para después pasar su lengua por sus labios. 

—Maldición. 

........

Rachell

—Leonel, cariño — venía corriendo mi madre a tirársele en los brazos al tal Leonel, que por supuesto  no está para nada mal. —Su majestad Leonel, ¿cómo estás?

Levantó la ceja, mi padre llega a mi lado y sonríe, él jamás deja de sonreír, pero uno sabe cuando es su sonrisa sarcástica de pocos amigos, como la que está haciendo ahora

—¿Y ahora por qué tu mueca? — le susurré a mi padre.

—¿Porque?, es un mejor amigo ausente, el desgraciado se la pasa desapareciendo y vuelve cuando se acuerda de uno. —me responde de la misma manera.

La Maldición ©. (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora