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"No me mató, pero en realidad tampoco me hizo fuerte"

La historia de los niños de Aizawa comenzó como todos esperarían que lo hubiera hecho. Shota, quien a corta edad terminó quedando solo con dos bebés, hizo todo lo posible por criarlos. Los amó, los amaba y los amará por siempre, pero él era apenas otro crío que de un día para otro se vio a cargo de dos vidas humanas.

Estaba frustrado con él mismo, sus hijos eran todo para él, no había cosa en la tierra que él no daría por el bienestar de ellos, mas todo aquello superaba su capacidad. No tenía dinero, no tenía la madurez, no tenía el espacio ni mucho más para poder mantenerlos y aquello lo estaba matando, ¿qué podía hacer? Estaba en un camino sin salida y estaba arrastrando a sus bebés a pudrirse en un destino que él no podía controlar.

Hizo lo que pudo, aunque hasta el día de hoy siente que no fue así, él dio todo lo que las circunstancias le permitieron dar. Aprendió a cambiar pañales, a darles de comer, a arroparlos con mantas distintas pero en un mismo espacio porque al dormir les gustaba tomarse de la mano, a que si Shinso lloraba debía arrullarlo lejos de Shizu porque sino le entraban ganas de llorar también, aprendió a peinarlos, bañarlos, vestirlos, a hablarles suave, pero también aprendió a que no podía comprarles los juguetes que ellos querían, la fórmula que necesitaban, no podía costear los medicamentos que los doctores recomendaban cuando uno de ellos enfermaba y tampoco podría pagar el preescolar.

Eso lo deprimió, los amaba tanto y aún así no era suficiente. Sus amigos se preocupaban, mas tampoco podían hacer mucho; eran otro par de críos, ¿qué podían hacer? Eran adultos legalmente pero seguían siendo inmaduros.

Entonces efectuó lo que tanto había tratado de evitar.

----- Les buscaré una familia...

En el mismo departamento gris de siempre Shota citó a sus amigos. Se encontraban en el sofá, sentados alrededor de la alfombra en donde los mellizos veían televisión.

Hizashi saltó de su asiento, gestando exajerados movimientos con sus manos.

----- ¡Qué buen chiste!

Pero no lo era y sus amigos lo sabían, Aizawa no bromeaba con sus hijos, en realidad, no bromeaba con nada, y sabiendo el difícil momento por el que pasaba entendían que hablaba en serio.

----- Pero... cómo, ¿es en serio? ----- atinó a decir Nemuri, fijando su vista en los niños.

----- Hablé con el entrenador Hitoshi, él y su esposa están dispuestos a cuidar de uno de ellos...

----- ¿"uno"? ¿Los vas a separar?

----- No hay mucha gente que pueda mantener a dos niños... ----- Shota cubrió su rostro al sentir su voz quebrarse, no había dejado de ver a sus hijos en ningún momento, pensando que muy pronto ya no podría disfrutar de la compañía de ellos. Empezó a llorar en silencio, intentando no alarmar a sus niños. Antes de que sus amigos pudieran acercarse a consolarlo, volvió a hablar ----- Ese será Shinso, a Shizu la criará su abuela, la mamá de Jiwoo. Allá hay un colegio de niñas en el que dijo que podía matricularla y... ----- sollozó sin querer, cubriéndose de inmediato. No quería dejarlos, todo en él se negaba a dejarlos ir y hablar de ello lo destruía por completo. Sabía que estarían en buenas manos, pero él era el padre de ellos, solo él, y habían un montón de cosas que nadie podría hacer por ellos como Aizawa lo hacía.

¿Y si no los amaban lo suficiente?

¿Y si los golpeaban?

¿Y si le gritaban a Shinso por no querer beber leche fría?

¿Y si dejaban completamente a oscuras la habitación a la hora de dormir?

¿Y si tiraban del pelo de Shizu a la hora de peinarla y no lo hacían con cuidado?

Shinso fue el primero en voltearse, llamando así la atención de Shizu quien veía atenta la televisión. Se asustaron al ver a su padre llorando, jamás lo habían visto así.

----- ¿Estás llorando? ----- Preguntó Shizu, levantándose de inmediato. Shinso por otra parte, con juguete en mano se dirigió a la cocina para ofrecerle servilletas y así limpiar sus lágrimas.

Aizawa los recibió a ambos entre sus brazos, dejando que Shinso limpiara su cara y Shizu acariciara su cabello. Ni Nemuri ni Hizachi se mantuvieron impávidos ante la escena, desviando la vista para evitar que los vieran llorar.

Así lo hicieron, a los pocos días y con 5 años de edad, Shinso fue el primero de sus hijos en dejar ese departamento, yendo a vivir con una familia extraña para él, en una casa más grande, más ruidosa, con más juguetes, pero solo, sin su hermana y sin su padre, con un dolor en el pecho que pronto creyó olvidar. Adoptó un nuevo apellido, y así pareció dar vuelta esa página titulada "Aizawa".

Shizu en cambio, duró un poco más en esa casa. Shota debía reunir el dinero suficiente para poder pagar los boletos de autobus hacia las afueras de la ciudad. Al llegar fue extraño, una casa con olor a viejo y pasto cortado, con muchos colores que le llamaban la atención, sin ruido exterior, sin televisión, sin pavimento, sin sirenas sonando constantemente, y, como no, sin su hermano. Al crecer sintió que su corazón se había acostumbrado a ese vacío en el pecho debido a la ausencia de Shota y Shinso, porque, ¿quiénes eran ellos? Ni su abuela con todo el amor del mundo, ni su padre que años después la fue a buscar tras el fallecimiento de la mayor y luego de tener estabilidad financiera lograron llenar, había algo que le faltaba, y era obvio pero ella no lo sabía; le faltaba Shinso.

Y aún tardaría un poco en darse cuenta.

Ese día, Shizu nuevamente buscaba insistentemente acercarse a su compañero de clases Hitoshi. Shizu estaba encaprichada en eso, sus compañeros y amigos le decían que cesara, que él no era de fiar, se alejara a toda costa y no se preocupara de su soledad, que él ya estaba acostumbrado, ¿pero acostumbrado a qué? ¡si estar solo era horrible!

Lo vio solo en la hora de almuerzo, pareciera que todos formaban un círculo lejos de él, dejándolo en el centro de todos. Shizu suspiró, con bandeja en mano se acercó.

----- ¡Hitoshi! ----- saludó ----- ¿Puedo sentarme contigo? ----- sonrió, casi tomando el asiento sin esperar respuesta.

----- No.

----- ¿Ah?

----- Dijo que no, sorda ----- Shizu volteó ante la voz de un tercero, encontrándose con un alumno superior detrás de ella. Shizu no supo qué responder, la voz de aquel chico había sido lo suficientemente alta como para callar al salón entero, dejándola estática en su sitio.

----- N-No sabía que estaba ocupado, disculpa, ya me iré... ----- reverenció, buscando rápidamente otro sitio en donde sentarse, o preferiblemente esconderse, estaba un poco asustada y muy avergonzada.

----- ¡Apúrate lenta! ----- la empujó con fuerza, botando la bandeja que tenía en brazos sobre su uniforme ----- A ver si así aprendes, estúpida ----- le gritó en cara, tomando de su propio almuerzo un bebestible que vació encima de ella.

Shizu lloraba en silencio con la cabeza gacha, no sabía qué hacer, se aferraba a la bandeja vacía aún en sus manos esperando que algún adulto la socorriera, mas nadie aparecía, ni los profesores ni los amigos que había hecho hasta ese momento y que solo se limitaban a verla con horror desde sus asientos.

Estaba avergonzada, ¿cómo irse sin que la miraran? Todos aún la veían, ¡¿por qué no se enfocaban en almorzar?! Se levantó casi con prisa, dejando lo que iba a comer en el piso para poder irse con rapidez de allí.

Una vez las puertas del comedor se cerraron, el silencio reinó en el ambiente. Shinso estaba estático, tenso, sin saber qué hacer o decir. Miró enfrente a su amigo quien masticaba sin cuidado su comida. Intentó calmarse, relajarse, se sentía mal por Shizu, mas solo sería esa vez, una humillación en la vida no le haría daño, incluso la haría más fuerte, ¿no?

Pensó eso hasta que vio cómo en el salón de clases, durante la charla del profesor, varios de los "amigos" de ella tiraban con sorna de sus trenzas una y otra vez.

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09/04/2022

Aizawa Shizu |BNHA - OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora