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Estaba cansada.

Ese día apenas había podido dormir de lo nerviosa que estaba. No, no quería que sucedieran rápido las cosas, quería detenerlas, quedarse en su cuarto viendo las estrellas fosforescentes que ya no brillaban porque las había pegado hace años, quería seguir siendo su papá y ella, y tal vez Nemuri e Hizachi, nada más, sin embargo la estaban empujando, debía avanzar.

Con ojeras marcadas seguía viéndose con ese uniforme frente al espejo, viendo su pelo, su rostro, sus manos, su cuello, sus piernas, ¿había algo para que la molestasen? Estaba todo correcto según ella, ¿pero y si no les gustaba su cabello suelto y volvían a tirar de él? ¿Y si no les gustaba su maquillaje? Sabía que ese no era problema suyo, ella era así y punto, ¿pero y si... ? Quería evitar las posibles situaciones a toda costa y reducir las probabilidades lo más que pudiese. Ella era ella y listo, no estaba en la obligación de encajar, ¿pero y si... ?

Y ahí quedaba, volviendo al inicio carcomiéndose la cabeza con un dolor en el estómago de puros nervios pensando en si había algo en su apariencia que la hiciera víctima de burlas nuevamente.

Suspiró, bebió agua del grifo y salió a encontrarse con su padre. Ya no la dejaba sola, en ningún momento y eso la dejaba tranquila. Él le sonrió, calmando así un poco sus nervios.

----- Son buenas personas, serán próximos héroes y estaré yo, descuida mi amor ----- le aseguró casi leyendo su mente, picando su barbilla.

Lejos de reclamarle el haber leído su plante, le sonrió agradecida ----- Gracias, ¿nos vamos?

Con su brazo entrelazado con el del hombre, Shizu caminaba pegada a su costado, casi escondiéndose en su espalda mientras veía a la escuela y a los estudiantes con cautela, sin ser muy obvia pero capturando todo lo que podía.

Había estado recibiendo ayuda terapéutica. Luego de su intento de suicidio, Shota, por recomendación médica, la internó en un hospital por un par de meses junto al dolor de su alma, yendo a visitarla y acompañándola casi todo el día todos los días. Al salir siguió asistiendo con su psiquiatra, derivando en una psicóloga. Estaba mejorando, se sentía mejor, mas aún estaba todo allí, lo recordaba casi a diario, en las cosas que hacía, en lo que leía o veía, lo rememoraba con tal frecuencia que ya hasta se le hacía costumbre, pero era su proceso y lejos de negarse a eso, lo aceptaba.

Asustarse de la gente, lo aceptaba.

Caminar del brazo de su padre, lo aceptaba.

Lavarse el rostro con violencia de vez en cuando, lo aceptaba.

Se aceptaba a sí misma y eso la dejaba tranquila.

----- La campana ya sonó ----- habló su padre a los estudiantes que hablaban frente al salón. A Shizu le causaba diversión el tono con el que le hablaba a sus estudiantes, siendo él tan tierno y sutil al hablar con ella y tan serio y burdo con los demás. ----- Toma cualquier asiento, ¿sí? ----- le dijo solo a ella, acariciando su mano antes de que se soltaran.

Ese gesto no pasó desapercibido para algunos y Shizu lo notó, tragando duro y sin poder concentrarse en el resto del salón pensando en qué significaría aquello para ella.

Luego de eso pasaron inmediatamente a ver el estado de cada uno en distintas áreas físicas. Los kosei de los demás eran tan geniales, tan prácticos, capaces de ser usados en las distintas pruebas, ¿qué podía hacer ella? Solo volaba...

----- ¡Tu pelo es muy lindo! ----- pronto, una mano empezó a tocar sus rizos sin preguntar. Shizu se exaltó ante el precipitado tacto, volteando casi en seguida. ----- soy Ashido Mina, ¡un gusto!

Shizu buscó con la mirada a su padre, queriendo que la sacara de esa situación, mas él estaba ocupado con un chico que al parecer se había lastimado.

----- Uhm, gracias Ashido. ----- reverenció sin mirarla del todo, queriendo que se fuera luego.

----- ¿Cómo te llamas?

----- Shizu.

----- ¿"Shizu" es un apellido?

----- No. Aizawa.

----- ¿Qué tiene que ver el profesor?

----- No, Aizawa Shizu.

----- ¡Compartes apellido con el profesor! ¿Es tu hermano? No se parecen. ¡Hola Uraraka! ¿Qué dices? No se parecen el profesor y Aizawa...

Uraraka, quien llegó luego de hacer su prueba, la miró.

----- ¡Hola! No mucho, ¿son hermanos?

----- ¡Sí, son hermanos!

----- Es mi papá...

----- ¿Qué?

----- No somos hermanos, él es-

----- ¡Hija te toca!

Las chicas se miraron entre sí, viendo al profesor y luego a la chica en medio casi con la boca abierta.

----- Lo disfruta, ¿cierto? ----- le preguntó Shizu al llegar a su lado. Shota la miró con una sonrisa divertida.

----- No sé de qué me hablas.

----- Ajám.

----- Lanza el balón.

La distancia que recorrió no fue la mejor de la clase pero fue de las mejores que ella había hecho. Su kosei no mejoraba su fuerza ni su destreza, por lo que se empeñaba en ejercitar su cuerpo para explotar todas sus capacidades físicas y sacarles provecho.

Sin embargo, si lo que dijo su padre fuese cierto, a ella la habrían expulsado.

El tiempo pasó rápido y ya había llegado el receso. A excepción de Ashido y Uraraka, no había hablado con nadie y eso la tranquilizaba, poder hacer sus cosas sin que nadie la molestase le daba cierta paz a su cabeza.

Sentada en una banca entre pasillos, leía sobre feminismo mientras escuchaba música. Ella no tenía amigas, ni hermanas o primas, en realidad, las únicas mujeres con las que se relacionó más a fondo eran Nemuri, su psicóloga y una agradable mujer que conoció cuando estaba interna en el hospital; todas ellas la comprendían, le hablaban de experiencias propias de acoso que habían vivido y sus pensamientos al respecto, compartiéndole así una tranquilidad y un apoyo silencioso que le agradaba. Sin embargo, ella no tenía amigas, ya no hablaba con esa señora en el hospital, Nemuri trabajaba y veía a la psicóloga una vez a la semana, ¿qué podía hacer el resto del tiempo?

Leía, leía y mucho, escuchaba podcast y veía documentales, le gustaba estar informada sobre aquello porque se sentía comprendida. Al principio se sentía tan estúpida al ya no querer utilizar zapatillas con cordones, porque ¿qué tenía que ver? Le avergonzaba explicárselo a su padre y causarle más problemas, ¿cómo te podrían dañar unos simples cordones? Entonces leyó sobre todas las implicancias que traía consigo el trauma y que podían radicar en cosas tan mínimas como esas y, que lejos de negarlas, se debían aceptar y respetar.

Por eso leería todo lo que quisiera porque ella puede hacerlo y, de no ser por su padre que la encontró en el momento crucial, ella ya no podría estar leyendo en ese momento.

Así terminó su día, podía sentir la intención de sus compañeros en hablarle, pero ella simplemente los ignoraba, tratando que pasaran de largo y la dejaran sola.

Porque sola estaba bien.

Sola, ella y su padre, solos los dos.

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13/03/2022

Aizawa Shizu |BNHA - OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora