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El tiempo pasó y Aizawa jamás supo que su hijo había sido responsable del desastre que había sucedido en la vida de su hija, o al menos, no se enteró por parte de ella.

Ahora él tenía 15 años, Shinso había crecido varios centímetros, tenía la voz más gruesa, casi ronca, y casi que se parecía a su progenitor. Esos dos años no habían transcurrido así sin más, si Shizu supiera todo lo que había sucedido con él sabría que no fue solo una simple amonestación la que recibieron sus victimarios.

En ese tiempo, Shinso no necesitaba recibir una denuncia para sentirse el peor ser humano existente. La esperó, siendo sincero, él quería recibir el papel en donde se le acusaba de todo para así poder pagar y expiar su culpa como correspondía, sin embargo nunca llegó, todos sus compañeros y profesores alrededor fueron notificados, excepto él, ¿era ese el karma? Lo consideró bastante evidente; él debía arreglar las cosas de manera distinta.

Lo estaba haciendo, había hablado con sus padres, confesó todo a quienes lo habían criado con lágrimas desbordantes, quería el perdón de alguien, de quien fuese, casi que lo imploraba. Los Hitoshi pegaron el grito en el cielo, no sabían qué hacer, ¿regañarlo luego de ver lo mal que estaba? Lo hicieron de todas maneras, era su deber, luego lo consolaron y empezaron a darle soluciones. En primer lugar él debía arreglar las cosas, empezando con unas disculpas que, aunque no fuese mucho, era el comienzo.

Fue un día al departamento de los Aizawa, con sus padres esperándolo en el estacionamiento de ese edificio. Tocó el timbre, la puerta, gritó por si había alguien dentro, mas nadie respondió. Cabizbajo y con el corazón en la garganta bajó hasta la recepción, en verdad quería disculparse, aún cuando no fuese fácil hacerlo, quería arreglar las cosas, quitarse ese peso de encima llamado culpa que ya no lo dejaba vivir.

----- ¿Aizawa? ¿Usted es amigo de Shizu? ¿No sabe qué sucedió? ----- respondió con más preguntas a la interrogante de Shinso.

El guardia de turno, un hombre de edad que conocía a Shizu de toda la vida, le empezó a hablar preocupado.

----- Sí, venía a hablar con ella, ¿sabe a qué hora volverá?

El anciano no le respondió en seguida, intentando no demostrar lo afectado que estaba.

----- Ay mijo', no sabes nada, ¿cierto?

Shinso a esas alturas intentaba no imaginarse nada por el bien de su sanidad mental.

----- Está internada en el hospital desde ayer por intento de suicidio, ¿eres su amigo no? Lamento que te enteraras así..., ¿estás bien? ¿Te pasa algo?

Shinso colpasó en ese mismo instante. El ataque de pánico que sintió lo haló hacia el piso y no lo soltó más, quitándole el aire, tomando la presión en su sangre y haciendo lo que quiso con él. El anciano no sabía qué hacer, le ofrecía agua, le tiraba aire con un cuaderno que tenía, le sobaba la espalda, mas nada funcionaba. Los padres de Shinso le marcaron al teléfono al ver que le estaba tomando más tiempo del debido y fue allí en donde supieron por parte del guardia lo que estaba sucediendo. Corrieron desde el estacionamiento hasta recepción y allí lo vieron, temblando por completo en el suelo. Su madre lo abrazó fuerte, ayudándolo a respirar en inhalaciones lentas y profundas mientras que su padre cubría su rostro con su chaqueta, recordándole que así nadie podía verlo y que ese era su espacio.

Aunque la vida era curiosa.

Una vez Shinso se calmó Aizawa entró a ese edificio, encontrándose con su ex-profesor, su esposa y quien pareciera ser quien él creía que era.

Su hijo.

Venía del hospital, más agotado que nunca, sin haber dormido y sin haber podido desahogarse como corresponde por esperar noticias del doctor. Había pasado a regañadientes al departamento a darse una ducha, comer algo y recoger un poco de ropa para Shizu, siendo ese el instante en donde se encontró con la escena frente a él.

Aizawa Shizu |BNHA - OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora