Capítulo 38

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38 | Inocencia arrebatada*

*Sara*

Connor no deja de abrazarme y decirme que todo está bien, que no hay riesgo, al menos no a su lado.

Sé que es verdad, con él no hay peligro, pero mis miedos me están diciendo todo lo contrario.

La habitación repleta de silencio es peligro para mí, y no importa cuántas veces se lo diga, él no lo entenderá, no hasta que le aclare todo.

Me separo de él, y me pongo en la orilla de la cama abrazando las sábanas contra mi pecho, necesito respirar antes de al fin hablar.

Connor prende la luz, y su rostro luce asustado, y no sabe que decir exactamente.

—Perdón... —Me disculpo, e intento contener las lágrimas, pero éstas no paran de salir.

—No tienes que pedir perdón. —Dice, y me tiende una mano.

Dudo si agarrarla o no, él no se puede acercar a mí, quiere darme mi espacio, pero al mismo tiempo quiere brindarme su compañía y hacerme saber que no me dejará sola.

No dudo ni un segundo más, y con la punta de mis dedos, rozo parte de su mano, mirando mis movimientos mientras intento cesar el llanto.

Sé lo que debo de hacer, sé que es el momento perfecto para dejar ir todo.

Poder sacar todo mi dolor...

—Yo tenía 14 años, era muy unida a mis hermanos, ellos normalmente solían salir a fiestas cada semana, si bien a mí no me llamaban la atención estar en ese tipo de eventos, a veces tenía que ir a fiestas con mis hermanos.

—¿Por qué?

—Mi padre no estaba en casa, y yo no podía quedarme sola, y mis hermanos tampoco querían quedarse una noche de viernes encerrados cuidando a su hermana menor, por ello, me llevaban con ellos a sus fiestas y al llegar yo solía quedarme de nuevo sola... Mis hermanos se desaparecían entre las personas y se emborrachaban hasta casi estar inconscientes. Horas después, era yo y amigos de mis hermanos los que llevábamos con dificultad a casa a un par de adolescentes inconscientes, sin hacer el menor ruido posible para no ser regañados por papá.

Pauso y absorbo mi nariz. —Yo estaba acostumbrada a eso, llegar con mis hermanos, luego estar por horas sentada en los rincones de las casas esperando el momento para irnos y poder dormir, algunas veces chicas se acercaban y hablaban conmigo, supongo que no lo hacían por querer saber de mi vida, sino para protegerme de los chicos mayores que en ocasiones me miraban indebidamente... —Vuelvo a pausar, y respiro profundamente—. Pero todo cambió una noche; papá volvió a salir de casa y mis hermanos estaban por irse a otra fiesta, era bastante lejos de casa, yo no protesté, no ganaba nada haciendolo porque de igual manera terminaría yendo con elllos. Cuando llegamos a esa fiesta, todo lucía raro, los chicos y chicas que normalmente solían ver cada viernes, no estaban, eran rostros totalmente nuevos para mí. Mis hermanos me dejaron sentada en un sillón y se fueron con varias chicas, varios minutos después, la gente comenzó a notar mi presencia, y varios chicos no dudaron en acercarse a mí...

Levanto mi rostro un poco para ver a Connor, y sus ojos lucen brillantes, no me mira.

—Intenté ignorar a todos, eran cinco chicos, todos querían saber quién era, no recuerdo sus rostros, y me alegra tanto haber borrado esas imágenes de mi cabeza —las últimas palabras las digo entre dientes y con enojo—. Veinte minutos después, aún seguían aquellos chicos conmigo, estaban intentando que tomara de sus bebidas, me negué en todo momento, pero entonces llegó un muchacho más alto y fuerte que los demás, me tomó del mentón con fuerza y me hizo beber de lo que llevaba consigo... Sabía asqueroso, intenté escupirlo, pero él había puesto su mano sobre mi boca impidiendome respirar, al pasarme el líquido, comencé a toser con fuerza, aquello me había quemado la garganta, o al menos eso sentía yo...

Colors - #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora