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"Clarisa se encontraba bajo la sombra de un árbol sobre el pasto recién cortado del parque, ese parque que está situado a unas cuadras de su casa. Estaba leyendo desde hacía dos horas, en cuanto compró el libro que ansiaba leer corrió al parque.

La historia que tenía al frente la había atrapado por completo, tanto que no se percató de que alguien había dejado un pequeño libro junto a ella. Fue hasta 10 minutos después de que eso sucedió que ella terminó de leer el libro y, hasta entonces notó lo que había a su lado; con curiosidad abrió la portada, descubriendo que era una caja. Dentro de la caja de una peculiar forma de libro había un anillo plateado, este con un pequeño diamante incrustado, era de compromiso. Estaba sorprendida y confundida. Levantó la vista buscando a la persona que pudo haber dejado ese anillo ahí, encontrando a Michael, su novio, sentado en la banca de enfrente sonriéndole de lado.

Se levantaron al mismo tiempo, ella, después de sacudirse el pasto del pantalón caminó en dirección de su hombre con el librito en las manos, caminando de una manera insegura y nerviosa. Él, pensando en la posible respuesta de la chica, caminó hacia ella sin dejar de sonreír."

Al terminar mi narración, misma que deje a medias con la intención de incentivar el suspenso en mis lectores, abordamos una ronda de preguntas. Minutos después de que comenzamos la dinámica percibí que un hombre al final de la sala estaba con la mano levantada, esperando a que le diera el turno de hablar. Una vez que hubo un espacio le permití la palabra, alguien por parte del personal del evento le facilito un micrófono. Entonces dijo:

—¿Podrías leer la continuación del fragmento? Me entristece y llena de dolor, sin embargo, quiero escuchar esas palabras venir de tu voz.

Sorprendida por las últimas palabras de aquel hombre, me le quede viendo en silencio, tratando de recordar donde lo había visto. Pasó el tiempo y seguía callado. Hasta que ese mismo hombre volvió a hablar, rompiendo el silencio.

—Puedes recordarme la razón por la cual jamás aceptaste casarte conmigo, ¿Por favor?—Aturdida miré a Carlos, mi manager, tratando de buscar una explicación a lo antes dicho, ¿Qué estaba sucediendo? Carlos al notar mi actual estado y tratando de que todo fluyera con normalidad dió por terminado el evento. El hombre nunca se fue, lo agradecí internamente, me acerqué a él cuestionándole quién era. Gentilmente me invitó un café, el cual acepté sencillamente por conseguir una explicación.

—La verdad no sé quién eres y a que se debió lo que has comentado en la presentación de mi libro, me gustaría mucho que aclares mis dudas —comenté estando ya en la cafetería.

— ¿Acaso no me recuerdas?

—Siento pena por no poder hacerlo. Hace cuatro años tuve un accidente en el cual perdí la memoria, con terapia y tratamientos médicos recuperé un setenta por ciento de los recuerdos, si te conocí antes del accidente puede que te hayas borrado de mi memoria.

—Perdón, no tenía idea de eso, hace seis años dejé de saber de ti y hoy por fin volví a verte, sabía que podía encontrarte aquí porque ya había leído tu libro antes.

— ¿Podrías decirme de dónde nos conocemos o cuál fue nuestra relación? ¿Solíamos estudiar juntos o fuimos amigos?

—Estudiamos juntos, fuimos amigos y después novios, estuvimos alrededor de un año comprometidos y luego me dejaste rompiendo nuestro compromiso a semanas de la boda.

Todo lo que él dijo me tomó por sorpresa, posterior a estar en silencio buen rato bajo su atenta y curiosa mirada me atreví a preguntar:

— ¿Me estás diciendo que la historia que narro en mi libro es la misma que vivimos tú y yo?

—Exactamente —dijo asintiendo.

—Y yo que pensé todo este tiempo que era parte de mi imaginación.

—Quizá por la pérdida de memoria lo interpretaste como tu imaginación y no como recuerdos de lo que vivimos.

Historias cortas y otras no tantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora