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cerré los ojos, me permití sentir la calidez de mis propias manos bajar lentamente por mi cuello, delineé con las yemas de mis dedos las clavículas y de ahí el contorno de mis pechos. con la mano izquierda amasé uno de ellos, dejando el pezón en el centro de mi mano.

en mi mente solo rondaba el recuerdo de sus besos húmedos bajando detrás de mi oreja, por el cuello, mis senos, después de el vientre para llegar a su destino entre medio de mis piernas. de pronto fui consciente de que la humedad ya no provenía únicamente del recuerdo de su boca.

mientras mi mano izquierda seguía con su labor en mis pechos, la derecha se hacia un espacio en la tanga, prenda única que estaba vistiendo en ese momento, separé las piernas para que el índice y el dedo medio tuvieran oportunidad de brindar caricias circulares dónde mas me gustaba que se paseara su lengua.

el calor aumentaba en lo frío de la habitación al igual que el ritmo de mi respiración. tranquilamente seguí con las suaves caricias, me gustaba hacerlo lento y torturarme a mi misma con las ganas de aumentar el movimiento y poder sentir la liberación.

sentía que estaba cerca del orgasmo y su ausencia me empezaba a pesar, me excitaba mucho al pensar en cuánto podría estar disfrutando él de mi placer. cuándo estaba a nada de llegar, desperté.

noté que a mi lado estaba alguien, era él. no estaba más ausente y solo tuve un sueño húmedo dónde aún lo echaba de menos.

Historias cortas y otras no tantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora