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Su último día en ese instituto, era una sensación horrible y el pensar que ahora estaría lejos de su hombre, de su novio, de su Singto, era mucho peor.

Miró con asco su almuerzo, no le apatecía probar si quiera un pequeño bocado de él, se sentía tan triste y vacío. Sus amigos lo notaban y por ello preferían no hablar sobre ese asunto o algo que se relacionara.

Su madre, la señora Perawat se encontraba arreglando la transferencia de su hijo a una escuela en Chiang Mai, donde viviría con su abuela y estaría lejos de todas sus personas especiales.

Quería llamar a Singto y escuchar por lo menos su respiración, la cuál le encantaba escuchar cuando dormían juntos. Él le transmitía una gran paz, extrañaría eso. Ahora que su celular fue destruído por su madre, ¿cómo se comunicaría con él? Temía que lo olvidara así nada más, por no hablarse, llamarse ni enviarse textos.

Necesitaba verlo antes de irse.

Y sin pensarlo dos veces, colgó su mochila en sus hombros y se levantó bruscamente de su asiento haciendo que sus amigos se asustaran por la acción. Ignoró sus llamados, solo quería verlo un momento antes de que todo terminara.

Singto estaba por terminar una de sus juntas de negocios con los accionistas de la empresa, se veía calmado pero su interior era un caos y todo por su chico.

Su secretaria llamó la puerta y le hizo una señal a su Jefe para poder darle un recado urgente. Pidió unos minutos y caminó en dirección a la jovencita.

ㅡ El joven Krist lo espera en su oficina, señor, ¿necesita que le diga algo? ㅡ dice la chica en voz baja.

ㅡ Descuida, yo iré personalmente.

El corazón de Singto latió como loco al saber que estaba en su oficina, le agradeció a la joven con una sonrisa y corrió para buscarlo, ganando miradas desaprobatorias por parte de la presidenta de la empresa, es decir, su madre.Se arregló un poco el cabello y tomó un respiro antes de abrir la puerta. Krist estaba sentado sobre el escritorio, con la mirada sobre sus piesitos, los cuales se movían nerviosos al igual que sus dedos.

ㅡ Krist, mi amor ㅡ le habló el adulto cerrando la puerta con seguro.

El mencionado le miró con ojos llorosos y en un dos por tres, tenía los delgados bracitos del menor abrazandolo con fuerza mientras se soltaba a llorar.

Sostuvo al menor entre sus brazos, dejando que llorara y sacara todo de su sistema. Hacía pequeñas caricias sobre su espalda para tranquilizarlo. No importaba que la mayoría de sus empleados, incluida su secretaria, miraran su puerta con curiosidad de saber que pasaba en su oficina.

Su novio lo necesitaba en ese momento y era lo único importante.

ㅡ N-no quiero irme, quiero estar contigo ㅡ hipó ㅡ, por favor no permitas que me lleve a Chiang Mai. Yo te amo, te lo suplico, no podré vivir sin ti... ㅡ se soltó a llorar de nuevo.

ㅡ Por más que quiera retenerte, es incorrecto, debes obedecerle a tu madre, algún día podré demostrarle que no hay nada malo en nuestra relación ㅡ acarició suavemente sus cabellos negros, mirándole a los ojos ㅡ, y que la edad no importa cuando se ama de verdad.

ㅡ Singto...

ㅡ Vamos a mantenernos en contacto, te compré un celular nuevo para que podamos llamarnos mientras estás en Chiang Mai, ¿de acuerdo?

ㅡ ¿Eso significa que quieres que sigamos juntos? Pensé que, como te estoy dando mucho problemas ㅡ moqueó ㅡ, me dejarías y...

ㅡ No, bebé, nada de eso ㅡ unió sus frentes, el pelinegro mordía sus labios para no hacer más ruiditos y callar sus sollozos ㅡ, tú y yo seguiremos siendo pareja, no me daré por vencido por nada. Esto es solo una pequeña prueba, amor, ten por seguro que no voy a olvidarte en ningún momento, tú habitas en mis pensamientos, siempres estás ahí sonriendo ㅡ le sonrió ㅡ. Entiendo que te preocupa la reacción de tu madre desde ahora y, aunque el enojo puede durarle meses, no me importa, serás mi novio siempre ㅡ le besó la nariz, haciendo reír bajito a ambos.

Cuarenta Y Veinte [ᵖᵉʳᵃʸᵃ] 𝑨𝒅𝒂𝒑𝒕𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora