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Singto aparcó el auto frente a la casa de la madre del menor, ambos estaban más que nerviosos. Krist se aferraba al cinturón de seguridad con temor. A pesar de los intentos de Gun por hacer reir al chico y relajar el ambiente , su lenguaje corporal delataba lo tenso que se encontraba por la situación.

ㅡ Tenemos que bajar o, ¿prefieres hacerlo en otro momento? ㅡ le pregunta el adulto en un tono bajo, suave mientras lo mira.

El chico niega con la cabeza en respuesta, tenía que hacerlo, quería comenzar con su vida al lado de Singto sin ningún sentimiento de culpa.

ㅡ Vamos ㅡ respondió bajito.

La primer persona en bajar del auto fue la abuela Perawat junto a Gun, quienes comenzaban a llevarse bien. Krist tardó unos minutos en relajarse y convencerse de que debía hacerlo por el bien de todos. Miró a Singto y este acarició su rostro con suavidad.

ㅡ Pase lo que pase yo estaré contigo, voy a estar a tu lado dandote todo mi apoyo, todo Krist, te amo, ¿entiendes? ㅡ le sonrió cálidamente ㅡ. Eres lo más importante para mi.

ㅡ Yo también te amo... ㅡ murmura.

Singto dejó un beso pequeño sobre los labios contrarios y después bajaron del auto. El menor se quedó al lado de su abuela y se tomaron de la mano.

ㅡ Singto, ¿puedo hablar contigo un momento? Es algo rápido ㅡ le dice Gun a su hermano mayor y este asiente.

La abuela Perawat y Krist se acercaron a la puerta del que fue su hogar por tantos años, el menor tocó el timbre y su estómago se revolvió. Por un lado deseaba que su madre no abriera la puerta, y por el otro quería terminar con toda la tensión que sentía en su cuerpo.

Las naúseas se hicieron presentes cuando la puerta fue abriéndose lentamente, dejando ver a la joven pelinegra con una taza humeante de café en sus manos.

ㅡ ¿Mamá?, ¿Krist?, ¿que... que están haciendo aquí? ㅡ pregunta la mujer claramente confundida ㅡ. ¿Porqué no me avisaron que venían?

ㅡ Hija, necesitamos hablar ㅡ responde la mujer mayor, sintiendo que el agarre que mantenía con su nieto se hacía más fuerte.

El enojo se hizo presente en la joven madre cuando vió a su vecino Singto llegar detrás de ese par.

ㅡ ¿Por qué está ese hombre aquí? Le advertí que no se acercara a mi hijo, fui muy clara con usted.

ㅡ También es un gusto verla ㅡ el adulto ignoró sus palabras por completo, no quería una situación más tensa para que su pareja no se sintiera mal o le llegara a afectar demasiado.

ㅡ Váyase, no lo quiero en mi casa.

ㅡ Mamá, es necesario que él se quede, por favor, sólo escúchame por cinco minutos, es lo único que te pido ㅡ finalmente el menor había hablado, el nerviosísmo en su voz lo delataba.

Miró a su hijo con preocupación, miró a su madre sin comprender por qué estaban allí, y por último miró a Singto con odio. No tuvo más opción que dejarlos entrar, no sin antes lanzarle una mirada fría a hombre.

Los mayores se sentaron en el sofá grande de la sala, mientras que Krist permanecía de pie.

ㅡ ¿Puedo hablarte en la cocina? ㅡ pregunta, jugando con sus dedos y la mirada en el suelo.

Cuarenta Y Veinte [ᵖᵉʳᵃʸᵃ] 𝑨𝒅𝒂𝒑𝒕𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora