Cuando me pongo nerviosa o me disgusto, se me tranca la mandíbula y soy incapaz de hablar.
Es como una puerta cerrada con llave. No importa cuánto le de al manillar o cuántos golpes le de, la puerta no se abre. Aunque esté gritando a todo pulmón por dentro. Aunque me ahoguen las palabras. Aunque me asfixie la impotencia de ver que no se solucionan las cosas porque no soy capaz de abrir la boca.No poder expresar lo que sientes o lo que piensas no es ninguna tontería. Debido a esa incapacidad, las personas de tu alrededor sienten que no quieres hablar con ellos. No saben que estás trancado, que no es por voluntad propia, y juzgan desde su desconocimiento. Muchas relaciones se pierden por no entenderse, ya no digamos por la falta de comunicación.
Y, no bastando con eso, tu mundo interior se satura. Hay tantas cosas que quieres decir y no puedes...
Existen ollas que están diseñadas pasa soportar mucha presión, pero siempre hay un límite en el que explotan.Las personas podemos explotar, pero antes de llegar a ese punto, la presión nos va destruyendo por dentro. Los malentendidos que no aclaraste, los errores por los que no pudiste disculparte, los enfados que no fuiste capaz de desahogar.
Algunos pueden descargar esa presión con lágrimas. Unos pocos lo sacan escribiéndolo todo en un papel. Hay gente que esconde la presión detrás de un muro de música. Otros la van acumulando sin remedio hasta estallar.
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Reflexiones de una mente transtornada
SpiritualLo que estoy aprendiendo de la vida. Las cosas no siempre salen como a uno le gustaría. Tal vez escriba esto precisamente por eso. Espero que encuentren en mis pensamientos algo que les guste.