Capítulo 23: Soterrar

4 2 0
                                    

Julio 2033 – Herbolario: Zona de Experimentación – Sebastián

Sostenía la boca de Sam en pánico para que no emitirá sonido alguno. Estábamos quietos, casi estáticos frente a una criatura que tal vez no precisamente nos detectara con la vista, pero parecía escuchar hasta la más ligera ventisca que recorriera el ambiente.

Los tres presenciábamos en terror como una criatura insectoide se retorcía mientras salía de una ventila gigante del techo, un líquido amarillento transparente cubría todo su exoesqueleto. Una columna encorvada con grandes espinas deformes, un torso grisáceo que relucía un costillar humano envuelto en un manto duro de su coraza.

Sus antenas vibraban en sintonía con la brisa que provenía de la ventilación, un cráneo humano con dos abismos en donde se supone deberían estar los ojos. Jadeaba con dolor desde su mandíbula de trampa, lo hacía con un dolor intenso incluso como si fuera un respiro de sufrimiento, parecía que respirar o existir era una punzada constante.

Sostenía sus brazos sobre su torso, ocultando las filosas aspas que recorrían su antebrazo, llegando hasta sus manos, las cuales solo contaban con tres filosas garras. Su falta de ojos es lo que nos hizo darnos cuenta que no nos atacaría a la vista, sin embargo, reaccionaba ante los sonidos, movía sus enormes extremidades inferiores como si de partes de una cucaracha se tratasen. Apreciar el panorama era complicado, no contábamos con gran munición para acabarlo, tal vez solo haya suficientes para ahuyentarlo, pero eso significaría que volvería en cuestión de minutos, no podíamos tomar tal riesgo sinceramente.

Siendo honesto, me cargaba el miedo, mis piernas no respondían a ninguna señal dada por mi cerebro. Pasar tan recientemente la pérdida de Nerin y ahora estar frente a frente con un insecto gigante no era nada fácil de digerir, los juegos mentales que nos están haciendo pasar están simplemente fuera de cualquier simpatía humana, nos quieren romper, vernos en un quiebre, y, aunque odie admitirlo, lo esta logrando de una manera tan sencilla, que solo la ira puede emanar de mi cuerpo.

Miré a Tadao y el solo me regreso la misma expresión que seguramente estaba pintada alrededor de todo mi rostro. Teníamos que pensar en algo rápidamente, Sam estaba también entrando en shock, eran muchas emociones para una pequeña tan inocente, una niña de su edad debería estar preocupada por qué juguete nuevo recibirá en su cumpleaños, con quién hablará en sus tiempos libres, y no tratando de sobrevivir a un juego macabro.

- Tenemos que hacer ruido... para dirigirlo hacia otro lado... – susurré en la voz más baja y entendible que pude emitir hacia Tadao, el accedió y comenzó a buscar a su alrededor en espera de encontrar algo que usar como distractor. Era una sala larga, atrás de nosotros estaba el pasillo de donde habíamos entrado. En el área actual, había un señalamiento que leía "Zona de Experimentación", esta estaba llena de escritorios que abarcaban gran superficie, supongo que aquí hacían el vaciado de información de los análisis que hacían con las plantas que robamos anteriormente.

Detrás de la criatura de aproximadamente dos metros, se encontraba otra puerta automatizada, nuestro destino, bloqueado por una cucaracha gigante, cuando no creo poder sorprenderme más, algo nuevo sale y me apantalla con su innovación, de científico lo tiene todo, pero de humano, no queda absolutamente nada.

Estos juegos del gato y el ratón comienzan a cansarnos, a agotarnos y drenar todas nuestras esperanzas, pero no quedaba mucha opción.

Observé uno de los escritorios de nuestra izquierda, el más cercano a Tadao, en este se encontraban algunos utensilios de oficina, como lapiceros, una computadora de escritorio con sus accesorios, separadores, algunos portaobjetos, incluso unos anteojos.

- ¿Crees... alcanzar alguno de esos objetos? – murmuré de nuevo observando a Tadao. El solo expresó gran preocupación, verdaderamente creí que convencerlo sería algo difícil, pero accedió de manera valiente, comenzaba a notar que tomaba aún más iniciativa por si mismo, tal vez el también resultó más afectado por lo sucedido que yo, pero a veces los peores momentos nos hacen forjar un nuevo nosotros.

Memento VitaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora