Una cosa era operar en medio de una trinchera, otra muy distinta en una casa deshabitada y con un peligro inminente, todo por la hermana psicótica de los Holmes.
-No es psicótica-dijo Sherlock frunciendo el ceño-existe una diferencia entre...
-¿Ahora lees mentes?-dijo alzando una ceja mientras terminaba de cerrar la herida en el pecho de Mycroft.
-Sí...
-No empieces, no quiero escucharte-susurró suave y terminando su trabajo-por favor Greg, cuídalo unos minutos. Voy a recorrer el lugar- susurró sacando un arma de su bolsillo.
-¿Con las manos llenas de sangre?-dijo alzando una ceja.
-Tienes razón-murmuró caminando al baño para lavarse, sin embargo, Sherlock había ido tras él. Aún no comprendía totalmente las acciones del rubio, por qué estaba haciendo todo tan excitante a su alrededor.
-Sherlock no es necesario que vengas, quédate con...-intentó decir, pero sintió el peso del cuerpo de su compañero en su espalda-¡Sherlock!-gritó molesto y apartándolo.
-John-murmuró suave, sus ojos se veían oscuros y mordía su labio inferior mientras ponía las manos en el pecho del ex soldado.
-¿Estás drogado?-dijo sorprendido ¿en qué minuto se había inyectado algo? Siempre estuvieron juntos.
-No, no he consumido-dijo casi sin aliento, la actitud tan violenta de John lo tenía al borde de perder la cordura.
-¡Entonces reacciona!-le gritó empujándolo, realmente no lo entendía y no le servía en ese estado. No cuando estaban a merced de Eurus y sin saber realmente cuáles eran sus siguientes movimientos, porque el que Greg estuviera de aliado con ella no auguraba nada bueno.
-John yo...-intentó el detective, pero el rubio se apartó y volvió a caminar fuera del lugar, se escabulló por un pasillo para comenzar a revisar la casa y ver qué cosas les sirvieran para su breve estancia, o al menos eso esperaba.
-Supongo que solo somos nosotros ahora-murmuró el Detective Inspector apretando la mano del político, quien seguía inconsciente, pero la herida se veía bastante bien luego del cierre que hizo Watson.
-Se equivoca-escuchó que decía alguien a su espalda.
-Eurus-susurró suave y sintiendo un escalofrío.
-Le prometí que él viviría-dijo con una sonrisa macabra.
-No en las mejores condiciones-susurró sintiendo como sus ojos se aguaban, se sentía tonto por haber confiado.
-No prometí eso-dijo con una mueca y frunciendo el ceño.
-Está vivo, gracias a John.
-¿Y ahora qué sigue? Todos vivirán sus vidas normales, pero si mal no recuerdo, usted era miserable.
Aún lo soy.
Eso había sido una voz en su conciencia y realmente la maldecía, porque jamás pensó sentirse así.
-No es su problema-respondió con suavidad.
-¿Qué cosa?-dijo Sherlock tras él.
-Nada-susurró suave y separándose de Mycroft-iré a ver si puedo ayudar en algo a John-dijo caminando escaleras arriba, necesitaba ocupar su mente en algo distinto. Porque sino seguiría pensando en que no era valorado y que sin su presencia todos estarían mejor.
-¡No lo voy a cuidar!-gritó Sherlock antes de que Greg desapareciera escaleras arriba, pero aún así no se devolvió ni le respondió.
Luego de recorrer todo el sitio y asegurarse de que eran los únicos habitantes y que no habían mayores cosas de utilidad es que llegó un helicóptero. El que afortunadamente traía ayuda, Anthea y Molly venían en él.
-Saquémoslo de aquí-dijo John improvisando una camilla para subir a Mycroft al helicóptero que era lo suficientemente grande para llevarlos a todos.
En cuanto pudieron abordar fue que vieron hacia la casa, en la puerta estaba Eurus, los miraba con una sonrisa, conociendo algo que ellos no habían notado. Los observó en todo momento, incluso cuando el helicóptero se perdió de vista.
John y Greg solo rogaban que todo eso hubiese terminado, porque lo último que deseaban era que Sherlock y Mycroft murieran. Pero estaban lejos de saber si eso se detendría o al fin podrían estar en casa con tranquilidad.
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Contexto
General FictionAlgo le decía que su hermana no había dejado las cosas al azar y que tanto él como Mycroft estaban nuevamente involucrados en uno de sus juegos.