Gobierno británico

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Eurus.

Maldita.

Maldita Eurus.

En cuanto pueda la va a...

-¡Mycroft!

Todo se fue a negro.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero estaba seguro de que el suficiente como para que estuviera aún más vulnerable ante su hermana.

-¡Mycroft despierta!- sintió un golpe en su rostro, pero no lograba abrir los ojos o hablar.

Un nuevo golpe.

-¡Mycroft despierta!- antes de que llegara el tercer golpe detuvo la mano de Sherlock, abrió los ojos y lo observó, sangre.

No era sangre de su hermano.

-Es tuya-dio por toda respuesta el menor. Solo asintió e intentó ponerse de pie, estaba sentado junto a un muro. Sin embargo, el mareo que lo azotó lo hizo sentarse de nuevo.

-¿Recuerdas algo?- dijo dándole la espalda, buscando una salida, se sentía más calmado ahora que Mycroft había despertado.

-No-susurro tratando de enfocar la mirada, pero no lo lograba. Cerró los ojos.

-No te duermas, no puedo cargarte y salir de aquí. Eres casi peso muerto-dijo suspirando con fuerza, para esas cosas necesitaba a John, y ahora mismo necesitaba saber dónde estaría el soldado, estaba preocupado.

-Greg-susurró Mycroft.

-No, olvídalo, si no salimos de aquí no tiene sentido que lo pienses.

-Tu piensas en John-dio por respuesta ante el ceño fruncido del detective consultor.

-Adorables-dijo Eurus al momento que ambos hombres se miraban, solo con eso supieron que ambos estaban de acuerdo con entrar al juego.

-¡Eurus!-gritó Sherlock al momento que vio como Mycroft comenzaba a desmayarse, luchaba por mantenerse despierto.

-Lo ayudaré, siempre tan débil-dijo con burla la menor y al instante ingresaron dos personas vestidas de blanco con una camilla y un botiquín.

-Lo llevaremos-dijo uno de los hombres y Sherlock solo movió afirmativamente la cabeza.

Se llevaron a Mycroft y él se quedó mirando el sitio marcado con la sangre del mayor, algo grotesco, pero interesante. Nunca pensó verlo en esas condiciones.

-¿Qué le hiciste?-quiso saber, pero se arrepintió luego de escuchar la respuesta.

-Tengo el video, un audio, fotos e incluso te lo puedo contar, qué prefieres.

No prefería nada, quería salir de ahí y ver a John, solo saber cómo estaba el rubio. Porque Eurus se lo había llevado y por más que preguntó jamás quiso decirle cómo estaba. Tampoco el por qué se había llevado a Lestrade, no entendía sus planes. No comprendía nada de lo que su hermana estaba haciendo y eso lo odiaba.

-No mereces a Watson-dijo casi con asco la menor-es demasiado para ti, por eso está en un mejor sitio.

-Suéltalo, él debe ser libre y poder elegir qué hacer.

-¿Es tu mejor idea? ¿Sin asegurarte de que cuelga de un risco o vuela por sobre el mar?-dijo conteniendo una risa.

-La libertad es mejor que estar en cuatro paredes sin poder hacer nada, lo conozco, no dará su brazo a torcer-dijo determinado y viendo por todos lados, necesitaba una salida.

-Siempre mirando, pero sin observar-se burló-ellos están en este edificio, pero no podrás llegar a ellos, no hoy, no ahora. Paciencia, Sherlock-terminó de hablar y el detective se quedó quieto.

Lo mejor que podría hacer era ir a su palacio mental y mantenerse ahí hasta encontrar la salida, se sentó en medio de la habitación y cerró los ojos. Ya encontraría la solución a todo eso.

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