Santuario

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Se sentía relajado, como nunca antes había estado.

En algo tenía que agradecer a Eurus, esa decisión de saltar había sido la mejor en años.

Sin embargo, extrañaba sus conversaciones sin sentido con Mycroft y las peticiones de carpetas innecesarias que se alojaban en su gaveta. Realmente Scotland Yard necesitaba un mejor Detective Inspector, él ya no daba el ancho en esa función, no cuando tenía su cabeza poblada por el político.

-Señor, lo llaman-dijo un mesero acercándose a la silla de playa.

-Gracias-susurró tomando el teléfono y esperando a que el hombre se retirara-Lestrade-dijo suave y esperó por una respuesta.

Estaba en la orilla de una de las playas más hermosas que había visitado, tenía un buen trago en una mano y estaba con una camisa blanca abierta y un traje de baño, iba descalzo y su cabello desordenado.

-Espero disfrutes de tus vacaciones-dijo la voz de Eurus Holmes desde el otro lado.

-Lo hago-respondió con una sonrisa y observando la playa paradisíaca a la que fue a parar luego de que ese barco mercante lo rescatara, jamás pensó en un sitio así.

-Mis hermanos están desesperados por saber dónde estás. ¿Quieres verlos? Aunque puedes quedarte todo el tiempo que quieras.

¿Querían saber de él? Imposible que fuese así. Aún recordaba la ocasión en la que Sherlock le dejó en claro que Scotland Yard seguiría funcionando sin él, y quizás lo haría mejor.

-Gavin, no te molestes. Este lugar no te necesita, no sirves para el puesto y nadie sirve-dijo despectivamente y tomando un lápiz del escritorio del hombre.

-¡Sherlock!-lo amonestó John-no lo escuches Greg, eso no es cierto.

-Sus documentos, Inspector Lestrade-dijo Mycroft entrando junto con Anthea, quien puso los archivos sobre el escritorio, mientras el detective se ponía de pie al ver tan invadido su despacho-veo que nuevamente necesitó los servicios de mi hermano para resolver...

-¡Salgan de aquí!-les gritó de forma exaltada y teniendo suficiente por ese día. No necesitaba sus críticas ni observaciones, tenía suficiente con sus propios demonios que cada día lo hundían más.

Todo eso ocurrió una semana antes de los eventos de Sherrinford.

-¿A qué regresaría?-susurró suave y mirando al infinito-solo tengo mi trabajo.

-Me gustaría creerte, pero olvida algo, inspector.

-Estoy seguro, dime-susurró suspirando profundamente.

-Usted piensa demasiado en las personas y estar aquí sin hacer nada lo aburre-dijo escuchando un nuevo suspiro por parte del hombre y notando como tenía razón.

-Debería irme, quizás para hacer las sesiones con el kinesiólogo y psicólogo. Es una idea buena-dijo con resignación y haciendo una mueca. Eso se lo había dicho el mesero cuando solo llevaba un día en ese sitio.

-Mycroft está como loco buscándolo-dijo de forma sincera, realmente le caía bien el inspector, al igual que John Watson, eran hombres que merecían algo mucho mejor que un Holmes.

-Lo dudo, es más probable Sherlock, después de todo no se lleva bien con Donovan y ella no le entregaría casos aunque dependiera su vida de eso.

-Es cierto lo de la sargento Donovan. Sherlock y Mycroft sí lo están buscando, y pronto harán lo mismo por John Watson.

-¿Qué le ocurrió a John?-dijo algo exaltado.

-Tendrá que regresar si quiere descubrirlo, él es particular y sería imposible tenerlo en un lugar como este. Se volvería loco-solo esas palabras bastaron para que el detective se pusiera de pie y caminara a la cabaña en la que se hospedaba.

-Regresaré ahora-dijo suave y obteniendo silencio por parte de la azabache.

-Esa es su elección, viva con las consecuencias-dijo colgando la llamada. Luego vio un helicóptero sobrevolando el lugar.

Lestrade no tomó en cuenta lo último que dijo Eurus, después de todo era una Holmes, había cosas que era mejor ignorar cuando se trataba de ellos.

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