Palacio mental

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Todo era más sencillo cuando pensaba que John Watson estaba junto a él, sin embargo, cada ciertos minutos Eurus se encargaba de recordarle que su amigo estaba en peligro y que no saldría de forma sencilla esta vez.

Como si la vez anterior hubiese sido tan fácil.

-Mycroft llegó a salvo al hospital-anunció su hermana de forma monótona.

-No es relevante-se escuchó responder, pero no era sincero, porque estaba preocupado.

-Tuvieron que resucitarlo-dijo con burla.

Le habría gustado tener algo ingenioso para responder, pero no sabía qué. Por lo que optó por el silencio.

-Sherlock-se escuchó como un susurró, abrió los ojos esperando ver a John asomándose en alguna parte del lugar, incluso observó el techo por si había una abertura que no hubiese visto.

Nadie.

-Sherlock-nuevamente abrió los ojos esperando ver a John, pero nada.

-Sherlock-tenía los ojos abiertos y se dio cuenta de que no eran sus oídos los confundidos, su cabeza le estaba queriendo decir algo. Se encerró nuevamente en su palacio mental.

Quizás John iba en el helicóptero con Mycroft, y eso ayudó a salvarlo.

Quizás John no estaba ahí y todo era mentira.

Quizás Eurus nuevamente jugaba con él y todo eso era un acertijo.

Quizás...

Sherlock!-fue un grito fuerte el que escuchó, pero no se permitió abrir los ojos, se mantuvo en su palacio mental el mayor tiempo posible, necesitaba encontrar lo que Eurus no estaba diciendo.

Ayúdame Sherlock!-un grito, alguien se desgarraba la garganta para llegar a él, tampoco abrió los ojos.

Sherlock ayuda!-se parecía tanto a la voz de John, pero no podía caer con eso, no debía hacerle caso.

Sherlock abre los ojos y toma mi mano!-quería mirar quién era, pero tampoco se atrevió a hacerlo.

Maldición Sherlock! ¡Mírame!-ahí se dio cuenta de que había caído nuevamente en una trampa de Eurus.

Ella no lo había encerrado, aún había una salida.

Abrió los ojos y caminó hasta donde Mycroft estuvo apoyado, la sangre había tapado lo obvio, la cerradura de una puerta demasiado bien puesta en la pared.

-John Watson y Gregory Lestrade se fueron con Mycroft y te dejaron solo. Te dije que llegó el helicóptero, no que tuviese un piloto y médico.

John no estaba en problemas, se encontraba a salvo y lo agradecía, se sintió aliviado.

-Pero en el helicóptero solo había lugar para Mycroft y el piloto-eso detuvo cualquier movimiento por parte del detective consultor-¿Quién se quedó?-dijo con diversión.

Sherlock volvió a concentrarse en la puerta, no tenía una manija, solo una cerradura donde... maldición, ahí entraba el anillo que Mycroft siempre portaba, si solo lo tuviera, sin embargo, revisó sus bolsillos y ahí estaba. Seguramente su hermano resolvió eso antes que él.

-Maldito presumido-susurró molesto e insertó la sortija en la puerta, la que se abrió automáticamente, pero no había luz, por ello siguió caminando con cautela, porque parecía ser un pasillo frío y húmedo, eso por el sonido de algunas goteras.

Se quedó quieto algunos segundos, se escuchaban algunas pisadas en un suelo lleno de agua, como si alguien corriera hasta donde él se encontraba.

-Esto puede ser muy bueno-susurró Eurus por los altavoces.

-O muy malo-completó el azabache mordiendo su labio inferior y esperando a ver quién venía, sin embargo, el sonido paró y no vio a nadie.

-O no ser nada-dijo ella con gracia, nuevamente estaba jugando con él.

Siguió caminando y sintió como la puerta del sitio del que había escapado se cerraba con fuerza, si bien no estaba solo, tampoco estaba seguro, tenía que encontrar pronto una salida.

-¡Sherlock!-ese era John, estaba seguro, por eso comenzó a correr en la dirección que sintió su voz-¡Sherlock!-seguía sin ver nada, necesitaba llegar a él, porque se sentía perturbado, inseguro y con miedo. Miedo de que algo le ocurriera a John, miedo de no volver a encontrarse con él. Miedo de perder a John Watson, pero ¿desde cuándo era suyo?

-John no te pertenece-era la voz de Eurus y sintió que sus piernas no le permitían moverse, no era justo hacerle eso a su único amigo, a la persona que más le importaba.

-¡Sherlock, corre!-escuchó la voz de John viniendo a él, lo vio y sintió como analizaba todo en una fracción de segundo, un gran volumen de agua seguía al rubio, mientras él corría con todas sus fuerzas, se notaba que tenía sangre en su chaqueta, se veía cansado y aún así había regresado por él-¡Maldición, corre!-dijo sujetándolo por un brazo y arrastrándolo con él-¡Corre o nos ahogaremos!-gritó deteniéndose unos segundos para agitarlo y hacer que despertara.

-Volviste por mí-solo logró articular eso y John sintió que sus ojos se humedecían, Sherlock era un gran idiota, siempre lo sería.

-Vamos a morir-susurró tragando con fuerza y soltando una lágrima lastimera.

-¿Qué?-susurró despertando de pronto, saliendo de sus deducciones, entendiendo que estaban en real peligro y que por su culpa John iba a morir.

-Adiós Sherlock-susurró el ex soldado antes de sujetarlo por los brazos y unir sus labios.

El contacto duró casi cinco segundos, en los que sintió el sabor salado de las lágrimas de John y el dulce de su boca, no logró responder, porque algo los golpeó y solo supo que daba vueltas y vueltas hacia algún lugar desconocido, sin embargo, sentía como Watson lo abrazaba, al menos estaban juntos.

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