El grito murió en su garganta, no logró hacerse oír, no cuando Lestrade iba ingresando a la mansión del mayor de los Holmes. Un minuto antes le habían avisado que había una bomba en el lugar y que explotaría en cuanto alguien ingresara.
Y así sucedió.
No sabe cómo logró caminar y buscar al inspector entre los escombros, pero su mundo se derrumbó cuando lo vio en medio, quemado y respirando apenas.
-Greg-susurró Mycroft sin atreverse a tocarlo, imaginaba que debía doler como el infierno.
-My-murmuró intentando sonreír y dejando de respirar en ese preciso instante.
-¡Mycroft!-ese grito había sido de su hermano, Sherlock le había dado el aviso.
Pero todo a su alrededor quedó en silencio, incluso cuando llegó la ambulancia y los paramédicos trataron de hacer algo, pero no había nada por hacer.
-¡Mycroft!-lo sostuvo su hermano por un brazo, tratando de que reaccionara, pero él lo ignoró y caminó hasta su asistente.
-Que limpien todo, avisa a la familia Lestrade y vacía mi agenda durante todo lo que queda del mes-ese era el primer día de diciembre, un mes demasiado sensible como para tener reuniones con políticos de otros países cuando acaba de perder al inspector.
-Así se hará, señor Holmes-susurró suave y sin saber qué más hacer o decir.
-Lo olvidaba-dijo suave sacando una cajita aterciopelada del bolsillo de su abrigo-devuelve esto a la joyería.
Ese fue el momento en que Anthea sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas, no podía creer que todo se vio truncado por un maldito capricho de Eurus, porque todos sabían que ella había puesto la bomba en la casa de Mycroft, lo que había ocasionado la muerte de Greg Lestrade, la pareja oficial del político.
-¿Qué hacemos?-dijo John viendo la escena con dolor, Greg era su amigo y él mejor que nadie sabía de los esfuerzos que hizo para estar con el mayor de los Holmes. Que Eurus hubiese urdido ese maldito plan lo llenaba de rabia, porque ellos no se merecían eso, hace dos años habían soportado el casi asesinato de Mycroft y ahora había logrado destruir sus vidas.
-Nada, no hay nada que hacer-murmuró Sherlock a su lado.
-Mi hermano tiene razón, no hay nada que hacer-dijo con suavidad-Anthea que preparen el avión...
-Acaba de explotar-susurró la castaña impactada ¿había más de una bomba?
-Sherlock ¿cuántas bombas calculas que hay?-dijo Mycroft girando a ver a su hermano, ambos habían pensado que habría más de una.
-Al menos seis con seguridad, pero podrían ser...
-¡No hagas eso!-dijo alterado-dame un número, no suposiciones.
-Doce bombas-dijo de forma serena-hay que desalojar el Club Diógenes, Scotland Yard, Baker Street, Palacio de Buckingham, la casa de veraneo de papá y mamá, Sherrinford...
-¿Lugares que frecuento?-dijo sin entender-eso incluye la pequeña cafetería a la que vamos con...-bajó la mirada un momento-Anthea entrega al equipo de bombas los lugares donde hay bombas, que las desactiven y nos informen.
-Estoy en eso-dijo de forma eficiente y pulcra, sabiendo que en ese momento era más útil trabajando que estando apenada o llorando por la muerte del D.I. Lestrade.
-Ganó Eurus-susurró Mycroft pasando sus manos por su cabello-mierda, ganó-dijo rompiendo en dos el paraguas que en ningún momento había soltado, el que siempre le daba seguridad.
-¿Qué harás ahora?-dijo John queriendo conocer lo que pasaba por la cabeza de Mycroft.
-Dr. Watson, ese no es su problema.
-No le hables así a John-dijo Sherlock molesto.
-¡Le hablo como se me da la gana!-gritó furioso y al instante recibió un golpe en el rostro por parte de su hermano-gracias por darme una razón-dijo lanzándose encima de él y tirándolo al suelo, lo mantuvo contra el pavimento y comenzó a golpearlo en el rostro, sin embargo, John Watson lo tumbó a un lado y sujetó sus brazos en su espalda.
-Te pediré que te calmes, entiendo lo que estás pasando, lo entiendo bien. Pero por favor, no conviertas esto en una tragedia mayor-decía recordando el momento en que perdió a Mary y sintió que su mundo se derrumbaba, entendía tan bien a Mycroft.
-¡No me calmaré! ¡Greg está muerto! ¡Muerto! ¡Una homicida sigue suelta y no le importa asesinarlos a todos con tal de verme sufrir! ¡Mató a Greg!-gritaba sin consuelo, las lágrimas bajaban por su rostro y John por primera vez no fue capaz de seguir en eso, no pudo sujetar por más tiempo sus brazos.
Mycroft Holmes estaba roto.
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Contexto
General FictionAlgo le decía que su hermana no había dejado las cosas al azar y que tanto él como Mycroft estaban nuevamente involucrados en uno de sus juegos.