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Byakuya vuelve a la mansión en la que habían estado viviendo los últimos años. Una tumba gigantesca de estilo sobrio y helado, a hora y media de la capital de Moscú. Vuelve con la idea de servirse un martini y darse dos palmadas así mismo por haber completado su labor, y haberle conseguido a su amo, un negocio interesante en China, a donde se dirigiría, una vez abordase el Learjet 25 de su propiedad y que pilotearía uno de sus mejores hombres. Piensa que tiene que llegar a planear una solución efectiva para deslindarse del chiflado de Magatsuhi que les empieza a causar problemas. Su aliado; uno de los hijos de la adicción de Naraku, que les fue un mercenario y traficante muy útil casi desde su niñez, pero ahora, perdido en las drogas y la violencia, era más bien un peligro para su propio "padre"del delito. La mayoría de los verdaderos allegados y "leales" de Naraku, eran o su sangre, o algún dependiente emocional y/o psicótico, o ambas...

--Primero un trago... ---Se dice en voz alta distraído.

Conduce tranquilo por la sencilla y aburrida carretera que bordea un infinito campo dorado, un simple automóvil sedan de color gris carcomido por el tiempo, casi tan claro como las nubes de aquel día. Regresaría a dar las últimas instrucciones al personal de la mansión, y a tener él mismo unas lujosas vacaciones, muy seguramente en Dubai, pero, primero...

(Un trago...)

Su aburrido transitar es de repente conmocionado, metafóricamente hablando, por la abrasante adrenalina que se desprende de un Tesla blanco que aparece por la colina próxima de la nada frente a él en sentido opuesto de la estrecha carretera. Pasa junto a él empujando con la frenética energía de su velocidad, el sedan que conduce. El automóvil se sacude y Byakuya se detiene en seco y se agacha pensando que el loco que viene conduciendo no podrá controlar la velocidad con la que se desplaza y lo golpeará de lleno, sin embargo, su precisión y control es perfecta, y pasa a centímetros de él, como alma que lleva el diablo. Byakuya se lleva la palma de la mano a su frente conmocionado. Ha visto ese Tesla antes; era el tesla que se encontraba en la mansión, uno de los muchos bienes que tiene que llegar a inventariar y almacenar, puesto que su amo abandonaría ese frío país por culpa de los Taisho, quienes parecían haber dado con él y habían capturado a Muhara y a Hakudoshi. Mira por el retrovisor, y, aunque tan solo ha pasado un segundo o dos, el Tesla se ha esfumado, dejando una estela revuelta de polvo que ya se disipa en la dirección de donde él viene....

--Maldita sea... -- Masculla y acelera, tomando el mando de su propio cuerpo.

No tarda nada en tomar su decisión. Volverá a la mansión primero. Se encuentra ya más cerca de ahí que del hangar clandestino; perdido en medio de la nada... donde no hay señal.

-Mierda – Susurra con la boca seca.

Toma su celular torpemente sin ver el camino que afortunadamente vuelve a estar tan desierto como de costumbre. Alguien le contesta pues se aferra al volante y con la otra mano a su celular.

--¡KAGURA! ¿¡Sigues en el aeropuerto?!.. ¡ESCUCHA! HARÉ UNAS LLAMADAS, ¡BUSCA A GOSHINKI! ¡EN LOS HANGARES! QUE TE DÉ UN HELICOPTERO Y VUELA AL HANGAR SECRETO, AL ESTE. ¡¡¡SACALO DE AHÍ KAGURA!!! ¡SE TRATA DE LOS TAISHO! ¡NARAKU ESTARÁ EN PROBLEMAS EN MUY POCO LLEGARAN POR EL! ¡AH! ¡Y CUBRETE LA CARA! —Grita ordenes determinado y no le da tiempo a su interlocutora de decir nada.

Cuelga y enlaza una nueva llamada al jefe del equipo de seguridad de Naraku... nada. Llama al mismísimo Naraku, y nada... debe apresurarse, confiará en Kagura y su rescate mientras el se encarga de preparar todo para su escape, y muy posiblemente para su recuperación... Pasan aproximada mente veinte minutos en los que él llega com desquiciado a la mansión, prepara el equipo medico que mantienen para emergencias y vuelve a salir, dándole un tiro en la cabeza a su ama de llaves, quien le cuenta lo que pasó con el grupo de intrusos que se llevaron el lujoso automóvil blanco.

Asesinos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora