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6:30 pm.

Sesshoumaru ingresa al edificio en el que vive, conduciendo una de sus motocicletas; el remplazo de la que quedó destruída. Sube por el elevador y al ingresar a su departamento se da cuenta del desastre. Los compartimentos secretos de la sala están expuestos, pues salió de cacería, no le daría tiempo guardar todo. Uno a uno se acerca a los cajones secretos y los desactiva, camuflándose estos con los empotrados de madera en las paredes, o detrás del televisor. Recoge uno a uno los expedientes que tiene regados en la mesa del comedor y de la sala y los guarda en una caja fuerte escondida en un muro falso al fondo de su armario. Finalmente, se mira en el espejo. Aunque su cabello estaba trenzado y cubierto, la sangre que le salpicó en la frente también llegó a sus blancas raíces, pegándose en las hebras de cabello plateado.

Se desviste en el baño. Se estira y trata sus pocas heridas. Una vez desnudo, esconde toda su ropa con vestigios de violencia. El trabajo de ese día había sido sencillo, pero el día aún no terminaba, no. Acababa de darle una golpiza torrencial a uno de los Cuatro Peligros, dueños del Club nocturno más peligroso del lado oscuro de la urbe, pues, lo que deseaba era sacarle información de las drogas favoritas de Magatsuhi, quizá podría llegar a él por su debilidad, pero el engreído de Konton no quiso hablar fácil e inicio una pelea en la que participaron sus hombres y uno de sus socios; Tototsu, a quien casí le rompe la quijada. Ambos les tenían a los Taisho un odio especial, pues habían entregado a otro de sus socios, Tokotsu, tiempo atrás. Había un acuerdo de paz entre los Cuatro Peligros por cuestiones familiares; pero nunca, jamás, dejaban ir una oportunidad para iniciar una sangrienta batalla. No había matado a nadie, pero si que les había dado una lección. Aún así tenía una contusión en el hombro que seguramente sería un hematoma dentro de poco.

Le responde a Rin un par de mensajes y entra a la regadera. Junto con el vapor se eleva su calma. Sus golpeados músculos pierden tensión y de sus labios escapa un suspiro. Se relaja y deja ir sus deberes para divagar en aquello qué le tiene la cabeza invadida

(Rin viene en camino). Piensa.

Repasa las palabras de Kagome una y otra vez. Le dan aliento, tambien una perspectiva mucho más positiva.

"Encuentra la manera. Estoy segura de que Rin entenderá. Estoy segura de que te esperará..."

No lo había pensado en ningún momento. Podía alejarse, acabar con la amenaza que puso a Rin en peligro la noche de su cumpleaños de una vez por todas y, volver con ella, un poco más consciente de lo que quiere para su vida; quizá quedarse juntos. ¿Será que él, Sesshoumaru Taisho, el actual mejor asesino del mundo, si podría tenerlo todo? Su sed de violencia y poder saciada, y a su dulce mujer ofreciéndole un hogar?

(Soy Sesshoumaru Taisho, y yo, todo lo puedo.)

(Si ella quiere...) le contesta cruelmente su mente, adoptando por alguna razón la voz sarcástica de su madre.

"Rin entendera..."

Respira hondo. Trata de no perder la calma, y sale de la ducha. Se calmará. Disfrutará de su compañía pues, la nueva posibilidad de no tener que renunciar a ella del todo le ha despertado unas ganas insoportables de verla, de oler el aire a su alrededor, de escuchar cada palabra que tenga para él. De repente; le parece todo real; posible, y sobre todo a su alcance. Vuelve a tener el control.

Esta medio vestido cuando Jaken le comunica por medio de un texto, que están subiendo por el elevador.

(Estupido Jaken. ¿Era muy difícil avisarme antes?)

...

Rin no se lanza a sus brazos como él hubiera querido, precisamente esa tarde. Se le acerca, eso sí, y sus ojos se cierran en una deslumbrante sonrisa que le dedica como saludo.

Asesinos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora