20

385 43 26
                                    


La tormenta que azota el hermoso paisaje urbano le imprime a la noche un aire siniestro. Un edificio en obra negra en la monstruosa Honk Kong, es el único testigo de lo que está sucediendo, y del baño de sangre que está a punto de suscitarse. Una hermosa y alta mujer, cuya silueta podemos reconocer en la oscuridad parcial de uno de los pisos más altos nos da la espalda, y, detrás de ella, seis hombres bien armados rodean la habitación como leones asechando.

--¿Y esto Kagura? Bienes demasiado protegida para encontrarte con un fugitivo de Naraku-- dice una voz masculina, sin embargo, con un timbre juvenil, como si nunca le hubiera cambiado la voz del todo; desde el centro del recinto medio construido.

--Es justo por esa razón, Magatsuhi; si Naraku se entera de que te he estado protegiendo y cuidando de tu asquerosa condición, me mataría junto contigo ¿y a ti qué más te dá? ¿Cómo esta tu herida?

El chico de cabello claro y aspecto descuidado se levanta violentamente y se abre la camisa, mostrándole a Kagura de frente su pecho atravesado por una herida ya cicatrizada pero de muy mal aspecto. Después, se deja caer en la silla en la que estaba, frente a una pequeña mesa de madera repleta de polvos azulados.

En el hermoso rostro de Kagura se dibuja una mueca de desagrado, se acerca a Magatsuhi y le extiende una pastilla, que el toma sin mirarla.

--Te ayudara con el dolor. -- Magatsuhi se la traga. –Ha cicatrizado bien, parece que tiene buen aspecto.

--Ese veneno casi me mata –Dice Magatshuhi con resentimiento. – MATASTE A BYAKUYA KAGURA!? LO QUIERO MUERTO!

--No tienes que gritar Magatsuhi. Tanto tu como yo queremos a Naraku muerto, y por su puesto, a su mano derecha...

--A ti no te atravesó Byakuya con una katana envenenada... tu lo quieres muerto. Yo lo necesito muerto antes de que acabe conmigo. – Dice el peliblanco, encorvándose casi monstruosamente sobre la mesa frente a él, para inhalar bastante del polvo azul, claramente, alguna droga de las que cuelga.

Kagura suspira, se coloca detrás de Magatsuhi con paso elegante, y posa sus manos sobre sus hombros.

--Voy a matar a mi hermano, y a su bufón también. Tranquilo.

Magatsuhi tiembla en su lugar, saboreando la amargura de la ira, envuelto en ella a tal grado, que la voz de Kagura le habla desde algún lugar fuera del agua.

--Éramos su familia, Kagura, pero para él no fuimos más que sirvientes. Byakuga me llamó con mentiras y trató de asesinarme con una Katana envenenada. Maldito enfermo. Son todos unas ratas jajajajaja, como yo...

Magatsuhi vuelve a inclinarse y se llena las fosas nasales de polvo desesperadamente, una vez más.

--Eso fue hace seis meses. No te ha encontrado, y escuché que Naraku está mal herido por culpa de Sesshoumaru Taisho desde hace tiempo. Deberías relajarte un poco. Bañarte, también.

--¿No salías tu con ese Taisho por orden de Naraku? –Pregunta Magatsuhi, menos alterado que segundos atrás. Se inclina he inhala directamente de la mesa aquella sustancia azul.

--Ese mismo.

Magatsuhi afloja la tensión en sus músculos.

--¿Que hacías? además de tirarte al asesino más peligroso de todos.

--Observar. Naraku quería conocer ciertos detalles familiares del Clan de los Perro demonio, por si acaso.

--Ya veo. Ser una puta. La única coartada apta para una mujer.—Se agacha, e inhala una vez más. Da un puñetazo en la mesa una vez ha terminado, y se ríe fuerte por unos segundos. --El es temible. – continua -- Usaba bonitas espadas envenenadas... La legendaria tenseiga y esa espada Tokijin... Hojas envenenadas... desgraciado sádico. Parece que Byakuya trataba de imitarle cuando me atacó.

Asesinos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora