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Sesshoumaru ingresa al elegante recibidor de la oficina de su padre, respondiendo al animado saludo de Hinata, tan solo con un movimiento de cabeza, y una tenue curvatura de su boca.

El día nublado es el escenario a espaldas de el Doctor Taisho, quien escribe sin reparar en el recién llegado.

--Sesshoumaru ¿Cómo estas hijo? Siéntate. – Saluda Toga, mirándole fugazmente.

Como es de esperarse, Sesshoumaru no responde al saludo, pero no es grosero, solo se trata de su pulcra y ególatra manera de ser . Toma asiento frente a su padre quien vuelve a mirarlo, tratando de olfatear su estado de ánimo.

--¿Cómo va el trabajo?

--Si te refieres a tu aburrido hospital, todo en orden. –Sesshoumaru entrecierra sus ojos con cierto resentimiento. –La cacería, por otro lado, me ha resultado interesante y finalmente rinde frutos...

--Me alegra hijo. Sé que puedes cuidarte sin problemas; además según tengo entendido no ha habido requerimientos mayores. Dime ¿en tu casa todo bien? Rin debe estar haciendo que comas bien, te veo un poco menos delgado que antes.

--Como sea. ¿Qué estas haciendo?

--Vaya, me alegro ver que te interesa. Escribo una carta para el señor Sagawa; será dado de alta esta semana, el hombre camina perfectamente después de haberle reconstruido prácticamente toda la rodilla: no fue fácil claro. Ha asistido a todas sus terapias los últimos cinco meses. Y claro, tu padre es un genio...-- El doctor dice con entusiasmo.

Entonces, detiene su apasionado monólogo para levantar la mirada y toparse con el impasible rostro de su hijo mayor, que expresa a su vez un ligero matiz de estar tratando con un loco.

--¿Qué? –Le cuestiona el doctor divertido, a su hijo, que parece ensombrecerse más aún ante la actitud relajada de su interlocutor.

--Pensé que estarías revisando algo relacionado al paradero de Naraku. –Dice Sesshoumaru, empleando un tono de claro reproche.

El Inu no Taisho no se lo toma bien. Chasque a lengua casi imperceptiblemente y vuelve la mirada a lo que escribía, haciendo ademán de que sus intenciones son, más bien continuar con aquello. Le responde entre dientes. Como un adolescente.

--Tu lo atravesaste con Tokijin, ¿no?

Sesshoumaru abre de sobremanera sus ojos; invadido por la sorpresa. No puede creer que le haya respondido de manera tan burda. Le parece que habla con Inuyasha.

--Debes estar bromeando – le reta furioso, aproximándose amenazante al escritorio de su padre, para darse cuenta que, efectivamente, tan solo mira papeles médicos, altas, radiografías, reportes. Nada de... lo suyo. Toga lo mira exactamente igual a la vez en la que le explicó que se casaría con otra mujer, una distinta a su madre. Esa mezcla entre culpa resignación y firmeza se entrelaza con la cólera contenida en los ojos de su hijo mayor. Después de un eterno silencio, Sesshoumaru relaja el agarre del hombro de su padre. No se ha dado cuenta de en que momento lo tomó amenazante de la camisa. El doctor ni se inmuta. Hasta que rompe el silencio en tono irónico, pero advirtiéndole.

--¿Te importa? Arrugas mi camisa.

Ante sus palabras Sesshoumaru comprende perfectamente. Le cae el peso de la realidad que ya conocía, pero nunca había visto tan claro.

--¿Vas a renunciar a lo que eres? -- Le dice Sesshoumaru conteniendo su ira; dando dos pasos para atrás, arrugando la nariz. El hombre que lo había criado y educado amorosamente para ser una inigualable maquina de matar; de quién heredó su potencial y fuerza; de quien aprendió del honor y los valores inherentes de un samurái. Ese imponente asesino, estaba tirando la toalla y por nada más que su propia comodidad.

Asesinos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora