8-CONFÍA

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—Tu casa es muy grande... —murmuró Xiao Zhan.

—Era de mis abuelos, y se lo heredaron a mi padre —sonrió Wang Yibo tomándolo de la mano—. ¿Entramos?

—¿Estás seguro de esto? ¿Y qué tal si no le agrado a tus padres? ¿Y si sospechan que nos besamos? ¿Y si no quieren que seamos tampoco amigos? —cuestionó preocupado, y se llevó la otra mano a la cabeza—¿Estoy peinado? Bueno eso no debe importar, estoy vestido con el uniforme de la escuela... ¿Creerá que solo uso eso? ¿Parezco una caricatura? Debería cambiarme en mi casa y volver después, tal vez con algunas flores para tu mamá o un...

—Zhan-ge, sólo voy a presentarte a mis padres, no ha decirles que nos vamos a casar. Cálmate... —bufó atrayéndolo hacia él para atraparlo de la cintura—Te lo tomas tan en serio..., que empiezo a creer que realmente te asusta que me alejen de ti...

Xiao Zhan se sonrojo avergonzado y desvió la mirada al suelo. Si bien el castaño se le había declarado hace un tiempo, y se besaron en varias ocasiones. Él aún tenía miedo a dejarlo entrar a su corazón y mostrarse vulnerable ante él. Conocer a sus padres por alguna razón le daba más confianza, sentía que era enserio, pero también temía que aún sin estar juntos, estos lo odiaran y perdiera la oportunidad de ser amigo del menor si es que no se atrevía a aceptarlo.

—Si sigues en silencio voy a besarte —advirtió Wang Yibo.

El azabache tragó en seco y lo tomó de las mejillas, uniendo sus labios en un beso suave y nervioso. Tal vez sentir su aliento cálido y el sabor de sus carnosos labios lo calmaría.

—Vamos... —se escondió en su cuello.

—Eres un descarado, no me aceptas como novio, pero me besas cada vez que quieres.

—¿Te molesta que te bese? —hizo un puchero.

—No, pero si continúas te haré otras cosas y no podrás quejarte después —mordió el labio inferior del mayor.

—¡Auch! ¡Oye! —lo empujó Xiao Zhan para tocar su labio—. Eso me dolió...

—Oh no... —se golpeó la frente Wang Yibo—Soy un idiota, te quedó una marca de mordida en el labio.

—¿Qué? ¿Dónde? —saltó asustado.

—¿Yibo?—los sorprendió el señor Wang abriendo la puerta —. Hijo... ¿Por qué no pasas?

Ambos dieron un brinco ante la voz de Wang Qiren, y el castaño le sonrió a su padre como si no ocurriera nada, jalando de la mano al contrario para que saludara.

—Lo siento papá, estábamos distraídos... Él es Zhan, Xiao Zhan —señaló al azabache que parecía un tomate por lo rojo que estaba.

—Buenas tardes señor Wang...es...es un gusto conocerlo... —no se atrevió a verlo de frente.

Wang Qiren alzó una ceja al notar al muchacho tan tímido, y como se cubría sus labios con el dorso de su manos sin ser capaz de disimular sus nervios.

—Es un gusto Zhan, adelante,pasa —se hizo a un lado para dejarlo avanzar hacia adentro de la casa.

Cuando los muchachos pasaron al comedor, la señora Wang los recibió con una sonrisa mientras dejaba en la mesa una bandeja tapada. Todos los cubiertos y platos ya estaban acomodados, al igual que algunos centros de mesa repletos de flores.

—Disculpa la tardanza mamá, te presento a Zhan —dijo Wang Yibo acercándose para darle un beso a la mejilla a su madre.

—Descuida cariño, tu hermano y yo también nos retrasamos —comentó Wang Yifei.

UNA DULCE CONFUSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora