Xiao Zhan gruñó observando su reflejo en el espejo del baño. ¿Cómo había terminado en esa situación tan complicada?
El pequeño segundo que duro su calma antes de tormenta se repetía una y otra vez, como si se tratara de una película en cámara lenta cuya grabación estuviera atascada en la misma escena. La mirada de Wang Yibo triunfante al creer que él estaba enamorado del castaño, usando eso a su favor para molestarlo.
—¡Ese idiota! —pateó la pared enojado.
El azabache se suspiró buscando calmarse, y tomó la botella vacía que tenía en la mano y la abrió para dejar caer el agua del grifo en su interior, dibujando en su rostro una sonrisa burlesca.
—¿Qué estás haciendo? —cuestionó Yubin al entrar al baño y verlo.
—Lo que me pidieron.
—¿Ah?
—Ese idiota me dijo que le llenara la botella con agua —sonrió—, pero nunca específico de dónde la quería. Que agradezca que no le estoy dando del inodoro...no tenía intenciones de manchar mis manos con eso.
—No entiendo... ¿Por qué haces todo lo que te pide? —preguntó Yubin.
—Por Mianmian. Yibo no puede saber que la confesión era de ella... ¿Y si la acepta? Aún tengo una oportunidad para decirle que me gusta, y si él se mete la perderé.
Había transcurrido ya una semana desde que Wang Yibo descubriera el cuaderno y lo llamara mascota. El menor le hacía que lo ayudara con las tareas, le preparara su comida, fuera a comprarle lo que necesitara y lo consintiera consiguiendo helados u otras cosas que se le ocurrieran en el momento. No le importaba que sus amigos notaran ese extraño comportamiento, sabía que creerían que le debía un favor o algo parecido, o que solo lo molestaba. Claro que el apodo de conejo no pasaba desapercibido.
—Listo... —dijo cerrando la botella—¿Vamos al salón?
—Claro —asintió el pelirrojo.
Ambos muchachos caminaron en dirección al salón y Xiao Zhan se preparó para mostrar una sonrisa falsa en su rostro para parecer que todo andaba de los más normal. Entraron al salón y vieron al grupo de Yibo jugando cartas, aprovechando que el profesor había faltado ese día.
—Tu botella —le entregó la botella al castaño.
Wang Yibo la aceptó un poco pensativo, dejándola a un lado para continuar jugando a las cartas con sus amigos.
—Que bueno que llegaste —dijo Wen Han repartiendo las cartas—. Se me antojan unas golosinas. Tráeme algunas y cuando regreses te devuelvo el dinero.
¡¡¡¡¿Disculpameeeeee?!!!!
Antes de que el azabache pudiera decir algo, Wang Yibo golpeó la mesa llamando su atención.
—¿Es tu sirviente a caso? —gruñó—. ¿Tus padres no te enseñaron modales? Si quieres algo, pídeselo bien, ya dependerá de él si lo hace o no.
—Es irónico que digas eso, cuando tú mismo lo mandas a que haga cosas por ti —insistió.
—Eso es verdad —añadió Zhu Zanjin.
—Es diferente —instó levantándose de su asiento—. Xiao Zhan me debe un favor y por eso me ayuda por el momento, pero si ustedes lo molestan tendré que intervenir.
—No lo estamos molestando, ¿Verdad Zhan?
Xiao Zhan suspiró, no le gustaba participar en ninguna discusión ya que quería mantener su imagen de chico bueno para el salón. Así que simplemente sonrió y asintió.
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UNA DULCE CONFUSIÓN
FanfictionXiao Zhan es considerado uno de los muchachos más amables de la escuela secundaria, y sus amigos siempre hablan bien de él. Un día, su mejor amiga por la cual se siente atraído, escribe una confesión de amor para el chico más frío del salón: Wang Yi...