10-ENTRE TUS BRAZOS

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Wang Yibo bajó las escaleras tan cautelosamente como pudo, sabía que de hacer algún ruido, sus padres despertarían al instante. Tomó uno de los paraguas que descansaban sujetados cerca de la entrada, y salió de la casa abriéndolo para cubrirse de la lluvia.

El castaño caminó  buscando al contrario que momentos antes lo había llamado con la voz entrecortada. Hasta que finalmente, divisó entre la oscuridad de la noche, la silueta de Xiao Zhan agachado bajo un árbol frondoso.

El mayor tenía la mirada perdida y jugaba con la punta de sus dedos para tratar de calmarse, cuando de pronto el agua dejo de caer sobre él, y alzó la vista encontrándose con Wang Yibo protegiéndolo con un paraguas.

—¿Qué sucedió? ¿Estás bien? —cuestionó preocupado.

Xiao Zhan no le respondió, en cambio, solo pudo levantarse con torpeza antes de saltar sobre él para abrazarlo, causando que ambos se empaparan cuando el paraguas cayó en el pavimento.

—¿Zhan-ge? —insistió rodeando su cintura con sus brazos.

—Yo... ¿Puedo quedarme contigo está noche?

Wang Yibo tragó saliva en una extraña mezcla de preocupación y ansiedad. Apretó su agarre, aferrandose al mayor mientras pensaba como haría para hacerlo entrar a la casa sin que sus padres los descubrieran e hicieran preguntas que seguramente no podría responder.

—Pero debes guardar silencio... —besó su mejilla con cariño.

—Haré lo que quieras, sólo déjame quedarme contigo...

Sus palabras eran sinceras. No sabía en qué momento, o cuál era la razón exactamente. Pero en cuanto su corazón se sintió lastimado, solo pudo pensar en correr hacia los brazos del castaño y refugiarse en él. Era como cálido escape, se sentía seguro con él. Le gustaba, y le gustaba mucho, aunque tenía miedo de decirlo.

Wang Yibo lo llevó de la mano hasta su casa, escondió el paraguas en el armario y le hizo una señal para que no hablara mientras caminaban hacia las escaleras sigilosamente. Xiao Zhan lo seguía con obediencia, tomándose su tiempo en cada paso para no hacer ruido alguno, y subieron los escalones como si se trataran de dos gatos, pasando a la habitación del castaño para poder relajarse.

—Estando así te enfermaras —comentó el más alto revisando la ropa húmeda del otro.

—¿Puedo usar algo de tu ropa? —cuestionó Xiao Zhan.

Wang Yibo se sonrojo con la sola idea de que su novio luciera una de sus prendas, dejando a su mente volar por un segundo.

¿Le prestaría una camisa para poder ver sus piernas?

¿O mejor un pantalón para tener su torso desnudo?

Rápidamente se golpeó él mismo para reaccionar, Xiao Zhan estaba allí no como cualquier otra visita, sino por qué algo malo paso y escapó de eso.

El castaño asintió y comenzó a revisar entre sus cajones para encontrar un conjunto de pijama, y al tenerlo en su mano se lo entrego al azabache, quién le sonrió antes de meterse al baño para vestirse.

—¿En qué mierda esta pensando? —se farfullo así mismo.

Wang Yibo repitió la acción de su novio, quitándose la ropa para ponerse una que estuviera seca, pero para su sorpresa, el mayor se vestía más rápido y lo atrapó aún sin la parte superior de su pijama.

Una mirada juguetona se dibujo en el rostro del más alto, era inevitable disfrutar de como Xiao Zhan lo comía con los ojos sin ser capaz de esconder que le gustaba lo que veía. Y al mismo tiempo, el azabache se veía como un conejito tierno, sonrojado y usando un pijama de zanahorias que daban ganas de quitárselo.

UNA DULCE CONFUSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora